“El día jueves se había pronosticado la inminente despedida
de la obra en la que estaba, la obra en la que me vi envuelto en esta aventura
desde junio del año pasado. Por la mañana sólo esperé el momento preciso para
ir a la oficina pero antes de eso recorrí la obra de principio a fin: vi muchos
fantasmas esa mañana, todos ellos me acosaban y me crearon un sentimiento de
nostalgia, recorrí el sótano que en la época en la que yo llegué a esa obra no
era más que muros levantados y una sección de losa que construía lo que
comenzaba a ser la base del edificio que ahora se edificaba ante mí, el sótano
que en ese tiempo lo veía dirigir a los trabajadores para que todo se cumpliera
según lo planeado, el sótano que fue testigo de las respuestas que me dio el
día que me decidí a decirle que había tomado su celular y darme cuenta de todo
aquello que me había ocultado durante meses; de los sótanos pasé a dar una
vuelta por la planta baja, en ella los fantasmas fueron más evidentes, los
pasillos y los espacios me recordaron a todas aquéllas veces en las que nos
encontrábamos de casualidad y a señas acompañadas de muecas, susurros y a veces
palabras directas cuando me decía “te quiero mucho” y me mandaba besos
resaltando sus labios; mi recorrido continuó en las áreas donde él no tenía
potestad, salvo los últimos días que estuvo ahí, los fantasmas me transportaron
a esos días en los que yo me plantaba en la azotea del edificio y desde ahí lo
veía entrar por el acceso al edificio viejo; al pasar a los niveles del
edificio que él ayudó a dirigir los fantasmas fueron más frecuentes, sin
embargo no fue sino hasta llegar al nivel 3 del edificio cuando mi nostalgia
fue mayor, al abrir la puerta del ascensor no vi un edificio terminado, vi la
obra en construcción y vi su fantasma sonriéndome como lo hacía cuando me
aparecía en “su” nivel, los fantasmas de nosotros besándonos en los cuartos de
máquinas o en las áreas de crecimiento me acosaron demasiado, le estaba
diciendo adiós a todos esos momentos y a todas esas experiencias, por un
momento divagué pensando que nadie en los próximos días en que inauguraran u
ocuparan esos espacios se imaginaría que en esas habitaciones dos almas, dos
personas con dos corazones latiendo como uno, un arquitecto y un ingeniero se
besaron, se abrazaron y se dijeron lo mucho que se querían, abrir cada
habitación me transportaba a recuerdos que ahora se me antojaban muy lejanos, de
otro tiempo y un universo paralelo, en casi todas las habitaciones había un
recuerdo que me hablaba, me recordaron a aquéllas veces en las que nos
encontrábamos, en las que le solicitaba a él que nos refugiáramos por cinco
minutos, en las que alguna vez lo dejaba plantado sin hablarle, en las que al
pasar lo ignoraba, en las que nos sentamos a platicar y sobre todo en las que
nos sentamos a que me explicara lo que estaba sucediendo y le terminaba rogando
que parara con ese juego que estaba lastimando a dos personas; la azotea fue mi
última parada, con el alma ya muy frágil por todos los recuerdos que había
revivido regresé al lugar que fue mi refugio durante las últimas semanas, era
ahí donde me plantaba y veía el horizonte preguntándome el porqué de todo lo
que estaba sucediendo, donde algunas veces casi soltaba alguna lágrima de
nostalgia o de duelo, era ahí donde lo veía algunas veces y le rogaba a mi
mente que ya no sintiera nada por él, que ya no lo pensara y que se decidiera a
olvidarlo. Me quebré por completo en ese momento. Con ese recorrido de
nostalgia le dije adiós a la obra que me permitió conocer a la persona más
maravillosa que pude haber conocido en mi vida hasta ahora, la que me hizo
encontrar una parte de mí que yo creía inexistente u olvidada. Fue en esa obra
donde conocí a la persona que me ayudó a crecer y extender mis alas y
posteriormente me ayudó a volar muy alto, más lejos y más allá de los límites
del cielo pero después las cortó y mientras caía a un abismo sin fin más me
hacía daño con sus palabras y su actuar y más fondo veía ese vacío. Al decirle
adiós a esa obra le dije adiós a la etapa de mi vida en la que me enamoré
intensamente por primera vez, a la etapa en la que fui puro e inocente,
quisiera todavía serlo pero creo que en ese momento pensé que ya no volvería a
confiar en nadie salvo en mis amigos y en mi familia, que cuando nos volvamos a
encontrar aunque haya pasado poco tiempo ya seríamos ambos personas
completamente distintas. Antes de partir mi cabeza dio vuelta hacia atrás como
no lo había hecho en mucho tiempo y le dije adiós por última vez a mi inocencia
y a Miguel Abreu.”
- Extracto de escrito.
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