martes, 27 de diciembre de 2016

27 de diciembre de 2016

27 de diciembre de 2016
Hoy en un día un tanto especial, cómo no recordar a Gustavo. Estaríamos cumpliendo nuestro primer año de relación. Si acaso hubiésemos regresado después de habernos separado de todas maneras este día no se hubiera celebrado el aniversario (debido tal vez a la inestabilidad que aún no acogería) y no estoy seguro del todo de querer cambiar este destino que escogimos (o en su caso, que escogió él). Desconozco completamente qué hubiera sido de nosotros de haber continuado, de por sí yo de antemano siempre supe que nuestra relación colapsaría o que no duraría mucho pero cuando me pidió el tiempo me tomó completamente desprevenido. Muchas cosas vivimos en un lapso de tiempo muy corto, fuimos novios casi tres meses después de conocernos, al cuarto mes ya estaba en nuestra mente mudarnos juntos, al quinto ya nos habíamos mudado, nos demostramos (y más siniestramente, le demostré a Miguel) que en poco tiempo podíamos conseguir un lugar para vivir y habitarlo, siempre y cuando de verdad se quiera. Al séptimo mes ya nos habíamos salido del departamento por mi decisión de irme. La distancia nos fracturó una vez y dado que ya estábamos en una posición de comodidad, incapaces quizá de vivir el uno sin el otro, regresamos sólo para terminar por quebrarnos, colapsar; esto al décimo mes de habernos conocido. No habíamos cumplido el año siquiera de habernos conocido y sin embargo el tiempo corrió demasiado rápido en nuestras vidas. Fuimos el puente del otro para cruzarlo y así seguir creciendo, con corazones rotos de por medio. Al día de hoy, a un año de Gustavo haberme preguntado en la cama, en la habitación de huéspedes de la casa de su abuelita en Saltillo, Coahuila, aproximadamente a las dos de la mañana, no sé nada de su vida. Un par de tatuajes, el cabello pintado, fines de semana erráticos llenos de borracheras y drogas, una que otra cita que tétricamente tienen mucho en común, esa fue su manera de superarme, la mía: este medio. El interior de Gustavo es un enigma, no entiendo del todo cómo después de lo nuestro no de indicios del pasado, una prueba más de nuestra diferente personalidad. Sé que le dolió un poco la separación pero no lo demuestra en ningún medio lo cual me confunde, me hace pensar lo poco que valí para él al no honrarme como a mí me gusta hacer para quien me es importante. Su personalidad es así: siempre hacia adelante, siempre aprendiendo del pasado. “Reason lies in gold” lo trae tatuado y lo honra con creces, las lecciones del pasado son para aprender de ellas y no para vivir de ellas. Su interior está plagado de heridas que en la superficie apenas pueden verse y precisamente gracias a sus tatuajes; yo fui honrado con dos de ellos, los cuales no sé su significado. Me pregunto si un día su interior no llegará a colapsar por tenerlo tanto tiempo aprisionado, dedicado enteramente a vivir el momento, dañarse más, vivir feliz por siempre aprendiendo y no a la vez del pasado. Qué habrá sido de nosotros si aún continuásemos juntos, no lo sé. Tal vez yo no estaría donde estoy ahora, quizás habría decidido regresar a Monterrey para estar de nuevo con él, no lo sé. Es un universo alternativo que se me antoja mucho conocer el desenlace, obsesionándome un poco con él, sólo para saber si era con él con quien terminaría siendo feliz o no, una pregunta existencial que nos hacemos todos de manera individual. El amor es muy complicado, tiene muchas formas, el amor de los padres, el amor de los amigos, y las diferentes formas del amor con las personas con las que nos relacionamos más profundamente. Miguel y Gustavo son ahora parte de mi vida, jamás podré borrarlos a no ser que me muera, pero aunque no vuelva a verlos de nuevo nunca más permanecerán en mi interior con un dulce recuerdo o una divertida anécdota qué contar. Así como me es especial el 23 de junio y el 26 de octubre, también lo comenzó a ser el 9 de octubre y el 27 de diciembre desde el momento que viví con Gustavo aquéllas experiencias. Fue bueno que el día de Navidad Gustavo haya abierto esa pauta al no contestar mi mensaje y así comenzar por tomar caminos separados, él no queriendo saber ya más de mí, yo recordándolo desde las sombras.

Claro que lo extraño, lo he comentado ya muchas veces, siento la necesidad de estar alguien a veces, alguien que, fuera de mi familia y mi círculo de amigos, me pregunte cómo estoy, qué hago, alguien con quién tener los ánimos de conocer nuevos lugares, tener muchas nuevas experiencias y alguien con quien tener la ilusión y la expectativa de que con esa persona se pueda tener un futuro. Necesito también a alguien a quien pueda contarle sin filtros todo lo que me ocurre, necesito una especie de amigo aquí conmigo para decirle cómo me siento al respecto de la ausencia de Gustavo, de la indiferencia de Miguel, que me golpee, que me despierte de ese sueño, de esa ilusión y que me diga constantemente, sin juzgarme o impacientarse de mí: sigue adelante.

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