lunes, 5 de diciembre de 2016

05 de diciembre de 2016_2

05 de diciembre de 2016
En el marco de la plenitud de mi vida viajera, el día de ayer acudí a la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, un evento al cual tenía varios meses de obsesión por visitar. Esto surgió debido a la oportuna conferencia que el autor de la saga de Juego de tronos daría en el evento. Al principio se convirtió en una oportunidad para conocer Guadalajara, una ciudad a la cual tenías mis prospectos muy personales. Desde hacía un tiempo se había convertido en la ciudad ideal en la cual me gustaría asentarme, lejos de Monterrey, lejos de la ausencia y los fantasmas de Miguel que en aquél entonces me acosaban. Ni el bullicio y sobre población de la ciudad de México, ni la falta del muy necesitado boom cultural en Monterrey. Tampoco con las carencias que alguna otra ciudad de la república seguramente tendría ya sea en infraestructura, diversidad cultural y apertura social (esto en el concepto de la homosexualidad dentro de la sociedad) como lo sería Querétaro, León o alguna otra que también llegué a considerar. Había optado por Guadalajara por preverla como un área de oportunidad en la cual pudiera desarrollarme, madurar e independizarme. Ahora que con esta ocasión fueron ya dos las ocasiones en las que tuve la oportunidad de visitarla reafirmo mi idea que Guadalajara sí es la ciudad que esperaba que fuera, incluso en mi primera visita mi vista percibió ciertos reflejos de lo que he llegado a ver en la ciudad de México y Monterrey. A final de cuentas las tres no pueden ser “tan” diferentes a pesar que cada una tenga lo suyo, pero vi mucho de Monterrey en algunas zonas y un tanto de la ciudad de México en otras, lo que me dejaría una impresión de “estar en casa”. Hubo muchas zonas que me gustaron para vivir, también otras tantas que no tanto en la parte oriente de la ciudad (cerca de la zona de Tonalá). Tlaquepaque en su centro histórico y Guadalajara cerca de los límites con Zapopan fueron de mis zonas predilectas, el primero por su tinte bohemio, mágico y de verbena; el segundo por la sustentabilidad, las áreas recreativas, los inmuebles históricos, la diversidad cultural, lo cerca del centro. En un futuro sí me gustaría vivir una temporada en la ciudad, pero antes necesitaría tener una vida completamente establecida y estar seguro plenamente que es ahí donde me gustaría desarrollarme.
En este mismo marco o período dentro del cual me he dado el lujo de conocer el hermoso país donde nací, diverso y rico en cultura, tuve la oportunidad de visitar Chihuahua a bordo del Chepe, donde me maravillé con las hermosas vistas que la Sierra Tarahumara ofreció. Creel, Cuauhtémoc, las Barrancas, Temóris y demás fueron de los más impresionantes pueblos que el Chepe tuvo a su paso. La belleza de la que fui testigo no puedo describirla con el honor que merece tan esplendorosa maravilla. Cielos azules y despejados sobre campos verdes, árboles tan altos como edificios de tres o cinco plantas, riachuelos que con disimulo corrían por toda la Sierra. Fue ahí donde encontré el paraíso que esperaba encontrar en Canadá (y al cual aún deseo presenciar). Fue ahí donde visualicé mi sueño de tener mi cabaña fuera del bullicio de la civilización, donde ahí se encontraría mi lugar de ensueño que durante la temporada invernal se convertiría en un paraíso cubierto de blancas capas de nieve inundando campos, cerros y hogares. No sé qué pase en un futuro, si llegue a visitar Canadá y cumplir uno de mis sueños y metas en la vida, pero si no lo logro o decido regresar ya sé dónde puedo aposentar otro de mis sueños que he anhelado tanto en mi vida después de ser arquitecto: un jardín central con un puente de cristal.

Viajar me ha ayudado a crecer, a madurar. Hacerlo sólo me ha servido para valerme por mi mismo, a tomar mis propias decisiones y que cualquier adversidad en el trayecto, cualquier error cometido sea sólo mío y sólo yo pueda tener la madurez para afrontarlo. He conocido mucha gente, he vivido muchas experiencias y me he empapado de la cultura mexicana de la cual estoy muy orgulloso. Viajar sólo no sólo me ayudó a encontrarme a mí mismo, me he reencontrado en cada ocasión, me conozco todavía más, ya sé que hacer y qué no hacer para la próxima vez que lo haga, al lugar que prosiga; pero también me ha ayudado a saber qué es lo que quiero para mi futuro, dónde serían mis lugares ideales para tener una pequeña parte de mí que sea solo mía. Por ahora he elegido a Jalisco y a Chihuahua como mis objetivos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario