miércoles, 7 de diciembre de 2016

07 de diciembre de 2016_2

07 de diciembre de 2016

Nuevamente cruza sobre mi mente esa sensación. Pero no sé exactamente qué sea y por qué está sucediéndome esto. No podría decir abiertamente me estoy enamorando de nuevo, pero sí siento nuevamente la expectativa de un latir con fuerza. Rulo está provocando ciertos efectos en mí. Me había tardado (¿o será que al contrario, me estoy apresurando?). No lo conozco en persona aún pero las pláticas que medianamente sostenemos me hacen recrear la conexión mental y astral que he tenido ya anteriormente con Miguel. Tener este tipo de conexión con una persona no tendría por qué implicar que sea un candidato a una relación, con Diana también sentí esa conexión, no tan fuerte como con Miguel, pero hubo ahí algo; con Diana mantengo una amistad que con la distancia a la que me encuentro, su trabajo y su reciente relación a la que me encuentro puede que se esté gastando debido a que pocas experiencias hemos vivido desde entonces. De todas maneras no sucede nada, cuando nos volvemos a ver, como con mis demás amigos, Myrna, Carlos, Alicia, Vero, Sebas, es como si esos meses no hubieran transcurrido. Con Miguel fue diferente, fue más potente. Con él podía saber casi con certeza cómo funcionaba su mente, cuál podrían ser sus reacciones y cómo era su forma de ser. De él para conmigo era similar. Nos conocíamos demasiado bien. Nuestros defectos, nuestras virtudes, y nos amábamos. Hasta ahora ha sido lo más bello y un tanto inexplicable cómo entre dos personas puede haber ese tipo de conexión cósmica en la que sabes todo de esa persona y además de ello la amas. Con Rulo está sucediendo algo parecido. Yo no soy una persona que necesite del todo de la entidad física para enamorarme por completo, sí es un factor muy importante pero en mi ecuación y según lo que he experimentado (y he corroborado con Rulo) es que me puedo enamorar o sentir algo especial por una persona sin siquiera tenerla cerca. En el caso de Miguel, yo lo tenía cerca casi todos los días, antes de enamorarme de él para mí no era más que un compañero de trabajo con el que debía lidiar, su intelecto y personalidad fueron las que me terminaron por enamorar, hasta el día de hoy. El caso de Gustavo fue un tanto diferente, él me conoció en una etapa turbia, de superación, lo fui conociendo como debí ir conociendo a Miguel, paso a paso; las cosas se dieron muy rápido: en menos de un año ya habíamos tenido citas, fuimos novios, vivimos juntos, compartimos una cama individual, me cambié de ciudad, nos separamos unos días, regresamos al poco tiempo, nos separamos definitivamente y lo extraño constantemente, pero nunca tuve una conexión mental, astral o cósmica con él; Gustavo es muy inteligente y listo, ha vivido mucho en su vida, pero nada de eso me servía para mi crecimiento personal, poco de su intelecto era inédito para mí, eso sí, con él aprendí muchísimas cosas, una forma diferente de ver la vida, y quiero creer que aprendió conmigo otras pocas, pero jamás tuve una liga, algo que verdaderamente me conectara con su entidad metafísica. Con Raúl estoy experimentando una forma diferente de sentimiento y conexión, me afirma que puedo llegar a sentir algo por una persona que está a kilómetros de mí y apenas he conocido su vida cotidiana. Más bien, de lo que me he enamorado es de su mente, como cuando me enamoré de Miguel. Somos muy parecidos dentro de nuestras cabezas, podría decirse que pensamos casi lo mismo, tenemos opiniones parecidas y eso me lleva a concluir, y estoy seguro que de su parte también, que nos complementamos. No quisiera pecar, nuevamente, de intenso. Ya he pasado por ello, con Gustavo las cosas funcionaban como montaña rusa, una cuesta muy empinaba implicó una caída súbita y sin freno. Y ya lo hemos hablado Rulo y yo, las cosas se darán con tiempo y con suma calma. Nuestras vidas no están del todo ordenadas, él con compromiso, yo en una ciudad diferente a la suya, eso dentro de lo más esencial que obstaculiza lo que en un futuro podría llamarse “lo nuestro”. No dudo que con él las cosas serían muy sencillas, teniendo un panorama general de cuáles son nuestros trastornos y cómo sobre llevarlos puesto que nosotros mismos lidiamos con ello nos hace pensar que sería muy sencillo complementarnos el uno con el otro. Pero me estoy adelantando mucho en ese aspecto, ya lo he pensado: si llego a jugar un movimiento arriesgado, si llego a mudarme nuevamente de ciudad con el objetivo de estar con él, una persona con la que pienso podría ayudarme a crecer y juntos crear una historia en la eterna búsqueda del amor verdadero que toda persona hace, y no funciona, al final de cuentas no “perderé”, todo lo contrario, seguiré creciendo. Lo único que me dejaría en mi mente sería que estaría cometiendo nuevamente un error al intentar algo con una persona cuando siento todavía por otra. Es curioso cómo apareció Rulo en mi vida, esas cosas del destino que no puedes cuestionar, cómo llegó cuando estaba ya decidido a amar incondicionalmente a Miguel, esperarlo por si decidía regresar, para juntos estar de nuevo y retomar lo que habíamos dejado pendiente, si es que aún él lo pretende. Sin embargo, ya he aprendido que no puedo privarme de ciertas experiencias en mi vida sólo por esperar a una persona, así sea el amor de mi vida, lo de Gustavo no fue un error, fue algo que tenía que vivir y aprendí tanto de él. Con Rulo tal vez pueda funcionar, tal vez no, pero no puedo saber la respuesta hasta no intentarlo. Pero reitero, todo a su tiempo. No tengo prisa para estar con él, sí quiero conocerlo en persona, pero si con el tiempo se da algo entre nosotros y funciona, tal vez eso me ayude a olvidarme de Miguel.

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