miércoles, 7 de diciembre de 2016

07 de diciembre 2016

07 de diciembre 2016
Si los humanos tuviéramos alas, ¿cómo serían?
La pregunta puede denotar respuestas científicas como metafóricas. Mi primer pensamiento es el metafórico, cómo sería nuestra vida con dos extremidades adicionales capaces de dejarnos volar, planear y surcar el cielo y ver la tierra desde lo más alto, con nuestra propia dirección y autonomía. Las alas siempre se han relacionado con la palabra libertad y su contexto. ¿Por qué los humanos no podemos ser felices con estos pies que tenemos, que libremente nos dan la oportunidad de atravesar ciudades, países? Los pies se cansan, las alas también. Las aves pasan mucho de su tiempo en tierra, atraídas por la gravedad. A pesar de tener la facilidad de planear y evadir la gravedad como a nosotros nos aflige, no pueden todo el tiempo estar en el cielo. Las alas no dejan de ser una extremidad que con el uso se va desgastando. Sí, aun así, es más aceptado el concepto de libertad si este va acompañado de unas alas para volar. Nuestros trayectos dejarían de ser exclusivamente bidimensionales a la posibilidad de añadir el factor altura. ¿Cómo se sentirá ver la ciudad desde arriba, respirar aire fresco a 500 metros sobre el suelo? Adrenalina sentiríamos seguramente, la misma sensación que sentimos en ciertas ocasiones de nuestra vida en la que nos enamoramos y cuando nos destrozan el corazón, cuando por alguna experiencia nos encontramos ante un precipicio, haciéndonos vulnerables porque si llegamos a caer, nada nos podrá detener salvo el duro y frío suelo. Envidio mucho a cualquier ave, así sea una simple paloma, un tortolito, un colibrí, una mariposa. Viajeras por excelencia, es fácil para ellas huir de la mayoría de sus amenazas con sólo extender las alas.

Por otro lado, científicamente hablando, ¿seríamos capaces de soportar tanto el peso como el volumen de nuestras alas, si es que las tuviéramos? Obviamente no seríamos físicamente iguales a como somos actualmente, teniendo unas alas naturales ligadas a nuestro cuerpo. Nuestra altura respecto a la de un ave, a la de un colibrí, o una mariposa es sumamente desproporcionada para soportar unas alas como las que estamos acostumbrados a ver en la ficción. Tal vez ni siquiera nuestra postura sería la misma, tal vez algo parecida a un pájaro, inclinado su cuerpo, como si estuviera siempre listo para despegar. Nuestras alas tendrían que ser muy voluminosas y extremadamente grandes, tal vez tanto como nuestra altura. ¿Soportaríamos nosotros como humanos unas extremidades así? El precio de la libertad cuesta, y ciertamente para mí sí lo vale. Nada como atravesar el cielo, libre de fronteras, un día por la mañana. Y al día siguiente tal vez igual, a otro lugar completamente diferente. Nuestros conflictos sociales tal vez siguieran persistiendo, y tal vez en cierto punto podamos pensar que necesitamos más libertad de la que tenemos porque en algún momento tal vez nos sintamos un poco aprisionados, pero es seguro que seríamos más libres que lo que somos ahora. Mi sueño es contar con mis alas y ser libre, viajar, ver ciudades como si fuera un conjunto de hierbas en el césped y volar tal vez, hacia el fin del mundo, si este existiese.

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