miércoles, 14 de diciembre de 2016

14 de diciembre de 2016

14 de diciembre de 2016
Llega un punto en que se pierde la magia.
¿Qué sucedió? Su nombre completo me causó el día de hoy una inesperada indiferencia. Tal vez esté exagerando, como tantas otras veces. Pero hay momentos en mí, que suelo relacionar con la filosofía y la meditación, en los que mi mente entra a un trance de cuestionamientos existenciales que con sólo ver mi mano ya comienzo a preguntarme cómo es que mis manos son así, por qué estamos aquí y si realmente somos entidades energéticas con los propósitos que actualmente y ante la sociedad realizamos como trabajar, pelearnos por cuestiones territoriales, por objetos sin valor como el dinero, el oro y el petróleo. Por qué fuimos nosotros los únicos con la capacidad y los únicos privilegiados de ser dueños de nosotros mismos, de tomar nuestras decisiones, de ser conscientes, de hacernos estas preguntas y de socializar. Esos momentos son cada vez menos esporádicos, y casi siempre sucede cuando observo mi mano, al ver el contorno y las líneas que la componen, es extraño cómo sucede con ellas.

De las tantas muchas veces que leo o escucho su nombre, recuerdo, me venían a la mente tantas cosas que sólo con esa mención podía transportarme a la magia de los momentos que vivimos juntos. Su nombre significa aún muchas cosas para mí, leerlo completo representa lo que es en mi mente. Representa orgullo por su pasado, por sus raíces, por ser quien es y que lo aprendió de quien lo educó e instruyó; pertenencia a sus orígenes, a que sabe que tiene varias entidades que lo forjaron, que viene de tantos lugares que le enseñaron a ser quien es; su nombre es alegría, entusiasmo, gozo, ansias por saberlo todo, es lectura, es lenguas, es cultura, es inocencia, es nobleza, es amor. Tantas aventuras vividas juntos me hicieron grabarme en la mente el nombre completo, el que me enseñó tantas cosas, del que quise perdurar por mucho tiempo a mi lado y ahora anhelo el tiempo olvidado. Hoy leí ese nombre y cuando antes lo era todo para mí hoy fue un nombre más. Tal vez mañana vuelva a hacerlo y se convierta de nuevo en todo lo que representa en mí el amor, pero hoy extrañamente así no fue. Lo extraño, eso sí. Quiero que vuelva, eso también. Pero quizá el evento de hoy sea una lección de que nada definitivamente es para siempre, que para todo existe su momento y a pesar de no querer que el nuestro acabase, tal vez quiera decir que ya fue. No quisiera ello. Aun me aferro a que no sea así, por eso escribo constantemente sobre él y sobre nosotros, para recordar que su nombre lo fue una vez todo para mí, y quiero que vuelva. Que Miguel Alexander Abreu Camilo viva eternamente en mi corazón y mente.

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