martes, 29 de noviembre de 2016

29 de noviembre de 2016

29 de noviembre de 2016
Soy una persona que vive un poco en el pasado. Más que vivir de él, aprendo de él.
Hoy leí la última conversación que tuve con Miguel en abril. Soy una persona horrible, definiéndome en una sola frase. No puedo concebir cómo después de haber escrito como hice, de haberlo tratado como lo hice, me haya perdonado. Lo juzgué de una manera que no debí, nuevamente exterioricé lo que en mi mente se fabricaba de una forma poco civilizada, pero sí muy resentida, dolida y acusadora. Todo porque no estaba obteniendo lo que yo quería. Le recriminé haberse relacionado de esa manera con ese asiático, cuando yo quería que me esperara en el fondo. Le pedí perdón cuando volvimos a hablar hace poco más de un mes, pero no sabía el grado de mis crímenes. Me acusé en ese entonces a mí mismo de querer un pedacito de su sufrimiento al verme en una relación, que probara mi dolor cuando yo estuve en su posición. Esa revelación no me dejó en una buena posición, ni ante él ni ante yo mismo. Si estás leyendo esto: perdón. Ocasionalmente me encuentro con una fotografía que me envió, un día que no soporté más y le pedí me comprobara la relación que llevaba con Francisco a través de mensajes; sí, después de él haberse ido, sí, después de yo tener ya en mi vida a Gustavo. En mi posición todavía actuaba de esa manera. Me mandó una foto que cuando la veo me deja ver la sombra del monstruo que soy. En esa última conversación le dije que yo no era un monstruo, que le enviaba su regalo de cumpleaños por la estima el amor que aún le guardaba. Su mirada triste, su cara alargada, sus ojos más negros que la noche pero con un brillo de decepción, desamor y dolor. Nada más verla me dan ganas de llorar por lo que hice.

En estos momentos no recuerdo que sentimientos tenía en esa ocasión en que yo estaba en la ciudad de México un día después de su cumpleaños, cuando me mandó mensajes sobre lo agradecido de haberle hecho llegar yo su regalo, pero si estuve enamorado (lo estaba) no lo dejé ver. Mi resentimiento era el que relucía. Un desprecio vil del que raras veces soy dueño era el que le hablaba a la persona que el día de hoy amo con mucha intensidad. A la persona que me está bloqueando con justa razón por estos eventos del pasado. Un pasado que no he querido superar. En el fondo yo quería que supiera de mi desesperación, se compadeciera del dolor que él mismo me hizo sufrir, la incertidumbre, el engaño. Miguel no era ningún juez, justiciero de lo bueno y lo malo. Él tenía su propia forma de ver la vida y sus principios entre lo cual estaba su concepción de lo bueno y lo malo, y fui yo el que no supe complementar a ella. Leyendo mi resentimiento disfrazado de desprecio me horroricé por atreverme siquiera a pedirle hablar conmigo hace un mes ya. Creo que el bloqueo es en parte para evitar esa parte mía que yo sé y el sabe no he superado del todo. En cualquier momento, lo reconozco, me gustaría tanto explotar ante él, seguir descargando mi resentimiento que difícilmente voy a superar. Ayer mismo, hablando con él, sentí la sombra del recelo próxima a salir; todo porque hice un comentario acerca de la cama donde duerme – duerme en el suelo-, su comentario fue que se sentía cómodo con ello, que no le veía problema; la sangre comenzó a hervirme porque si me trasladara a un (lejano) pasado donde me daba su argumento del porqué no dormía en la habitación de al lado en casa de Francisco, en una cama en la cual me decía era dura, era difícil no sentirse de esa manera, resentido, con ganas de echar la bronca y sacar a relucir recelos del pasado. Él me lo dijo una vez: “tú eres insaciable” y tal vez nuestra unión no remedie todas estas faltas, tal vez nunca me sacie de su ser. Es normal que se piense que una relación no será siempre exenta de problemas, pero si estuviera en los zapatos de Miguel, es concebible que ponga una barrera en una persona que está expuesta a sacar problemas, resentimientos y hechos del pasado, es aceptable, tratándose de una persona como Miguel Abreu.

lunes, 28 de noviembre de 2016

28 de noviembre de 2016

28 de noviembre de 2016
Sé que estoy siendo un poco exagerado nuevamente con la profundidad que le doy a mis pensamientos, por las vueltas que le doy a ciertas cosas, pero: ¿qué hago para atraer cierto tipo de público?
En mis dos años de experiencia en los temas del amor y las relaciones, mismos que llevo experimentando las avenencias y peripecias de la vida homosexual, me ha tocado tener cierta clase de atención de parte de un sector intelectual de la comunidad gay. Aunque no sé en qué sentido y potencia, es cierto que llamé la atención de Miguel, que ya con la revelación de mi orientación e interés hacia él esto comenzó a crecer la atracción. De Gustavo atraje igualmente mi personalidad, forma de vida y apariencia, mismo que se repitió con Abraham y Rulo ahora. En todos estos nombres (con cierta excepción de Abraham) causé una revolución de sentimientos y en los primeros casos un cambio en la forma de vida. ¿Pero por qué?, ¿por qué mi común existencia atrae a los hombres de esta manera? La falta de modestia es y será una constante en este texto pero mi simple vida parece ser un atractivo para algunas personas. La lectura es parte de ella, la escritura, la astronomía, un poco la gastronomía, otro tanto mi corta incursión en el ámbito de la locución por radio, la pasión por los viajes otra más. Viéndolo de forma general también son gustos o formas de vida muy simples y tal vez repetitivas habiendo 7,000’000,000 de personas en el planeta. Mi forma de pensar y de ver la vida es otra de esas características, pero ¿por qué tanto interés en mi persona?, no soy específicamente guapo o bien parecido, interesadamente no poseo muchos bienes y actualmente me encuentro tal vez en la parte más inestable de mi vida, característica normal en la mayoría de las personas de mi edad que no sabemos exactamente que será o qué queremos de nosotros para el futuro. Es común que este aspecto monetario no sea un relevante a la hora de interesarse en mí. Mi pregunta real tal vez no sea exclusivamente por qué se interesan en mí, ciertamente, si no por qué mi presencia (ya sea física o mental) puede llegar a ocasionar caos en la vida de las otras personas. El caos de por sí no es del todo malo, hay ciertos caos que provocan cambios radicales en la vida y ellos son para bien, para crecer. En Miguel provoqué un caos sentimental, fui la respuesta a la búsqueda que hacía para buscar su pareja ideal (estando con Francisco, claro), derrumbé el muro sentimental que había construido tras su primera y fallida relación-enamoramiento, mi caos en su vida provocó la salida de casa de su pareja de entonces, su reconsideración de quién quería que fuera su acompañante de vida (mientras se iba a Alemania) y una lección de la que aprendió no querer volver a involucrarse con más personas mientras se encontraba en una relación; fue un tanto sentimental como también moral mi caos en su vida, pero todo para bien. Para Gustavo fui otro caos, rápidamente se fue enamorando de mí como yo en su momento me fui enamorando de Miguel, ello provocó su inquietud por querer apurar las cosas y formar en un corto período una relación como también una vida juntos, separándonos de nuestros hogares para intentar formar en nuestro; mi caos en su vida fue de madurez, muchas de mis actitudes chocaban con su personalidad, queriéndome controlar o sabiendo más de mí de lo que debería, algo que yo aprendí con Miguel (sí, y lo sigo diciendo, para Gustavo fui lo que Miguel fue para mí, incluyendo lo sentimental y la madurez adquirida), él mismo aseguró tener una visión más clara de cómo quiere ahora una relación para él, que para ello debía tal vez no ser tan intenso. El caos más reciente es el de Rulo, sin siquiera conocernos y habiendo transcurrido una semana de platicar ocasionalmente ya había ocasionado en su vida una revolución sentimental, haciéndose las cuestiones si era yo, desde la distancia, una partida más fiable que lo que era su actual pareja (un poco mi historia con Miguel en repetición); nuevamente mi personalidad y forma de vida le hicieron crear a futuro escenarios imaginarios en los que estábamos juntos viviendo en unión, yo habitando en su misma ciudad, me confesó estar en su mente más del tiempo que debería, como un intruso, cuando debería estar enfocado en su (un poco deteriorada) relación.

Con ello concluyo un razonamiento: más que mi personalidad y forma de vida, que de por sí es atractiva para sus ojos y pensamientos, lo que yo atraigo es personas solitarias que estando o no en una relación les hace falta ese algo en sus vidas que compartidas con la mía piensan o ven que es un complemento perfecto. Yo de por sí soy una de esas personas solitarias buscando la compañía a la menor oportunidad, siendo que tengo ya mi ideal. Mi pensamiento es: ¿lo sigo esperando o lo busco en otras partes?

28 de noviembre de 2016

28 de noviembre de 2016
El conocimiento es una gran virtud. Pero también una gran desgracia.     
El conocimiento elimina la ignorancia, pero a veces se pagan precios muy altos por el conocimiento, se paga un precio muy alto por evitar la ignorancia. A mí no me gusta ser una persona ignorante. Mientras más conocimiento tenga, más satisfecho mi ser. Me gusta enterarme de cosas, puede que inútiles, pero si no las sé me frustro. Más en cuestión de personas con las que tuve una conexión muy cercana. Estoy hablando específicamente de Miguel Abreu y Gustavo Moreno. Mis anteriores relaciones. Hace días comentaba con Rulo lo difícil que es desapegarme de una persona a la cual tuve un vínculo muy fuerte, es muy difícil dejar de pensar en personas como ellos, preguntándome qué estarán haciendo, qué pensarán en ese momento, si pensarán (mi lago egocentrista me lo permite) en mi persona. En un mundo donde la información se da al momento y se tienen muchos medios para conseguirla, es fácil que personas como yo caigamos en ese tipo de redes de apego y obsesión. Ya sea el perfil de Facebook, el de Instagram, los tweets más recientes, los likes, seguidores y demás son redes e información que suelo consultar para saber más de estas personas, sobre todo cuando están ausentes. Fue así como le confesé a Rulo de un secreto que yo guardaba para con él: yo a él ya lo había visto alguna vez, antes que él me comenzara a seguir en mi perfil de Instagram y yo a él. Es curioso cómo se enlazan los caminos, cómo una persona puede resultar ser la conexión entre tus vidas pasadas. Rulo es, sin más preámbulos, mi conexión a Miguel y Gustavo. Del primero no me di cuenta hasta que me vi la solicitud de amistad en mi perfil de Facebook, resultó que es amigo en común de dos de las mejores amistades de Miguel, y aunque la conexión no es tan disparatada (sobre todo ellos viviendo en la ciudad de México y dentro de un sector aunque no reducido sí específico como lo es la comunidad homosexual), sí llamó mi atención que fuera él una liga a mi vida con Miguel, amigo de amigos de él, con los cuales yo llegué a interactuar. La otra conexión fue la más sorpresiva para mí, como he comentado ya, a Rulo ya lo he visto anteriormente, pero también debo recalcar que en cuanto a buscar información o datos sobre personas cuando me lo propongo, lo encuentro. Antes que Gustavo me dejara me había comentado sobre una posible relación abierta, esto con el fin de conocer más gente sin dejar de ser novios; después de ello me comentó el deseo de conocer en persona a alguien con el que había estado platicando últimamente, esta persona era de la ciudad de México y ya planeaba visitarlo para inicios de septiembre. Hasta entonces todo parecía ser una revelación inocente aunque también un poco inquietante. ¿Por qué la propuesta y por qué el dato de querer conocer a alguien? Como sea no me pareció del todo inquietante. Cuando semanas después sucedió el rompimiento y Gustavo viajó a la ciudad de México a verse con esta persona, yo por fin lo conocí. No tuve ataques de celos como los tenía cuando tenía la sensación de que Miguel me estaba engañando (ya sea Francisco u otros allegados), ya lo había meditado con premura y había llegado a la conclusión que (aunque sea una revelación muy fría) el rompimiento me quitó de encima la carga que llevé un par de meses atrás, al darme cuenta que era Miguel la persona ideal para mí. Cuando los vi si sentí incertidumbre y me pregunté constantemente cómo fue que se dieron las cosas, nuestro rompimiento y su unión. No le di muchas vueltas en mi cabeza pero sí me dediqué a investigar todo sobre él. Irving, Paxxi, Ir Ping Ping Ping, Banda Yeah, su nombre y sus sobre nombres los obtuve (tampoco es que sea una tarea demasiado complicada, realmente) así como parte de su vida. Resultó ser una personalidad más compatible con Gustavo que lo que yo alguna vez lo fui, al menos a Gustavo le atraía mucho que la gente tuviera gustos parecidos a los suyos, que nuestros gustos no fueran compatibles al principio no fue un impedimento u obstáculo pero a la larga comenzaron a ser una espinilla molesta en ambos polos. A Irving le gusta también la música, los vinilos, los videojuegos, los cómics, los conciertos, las fiestas, el rock, lo alternativo, la cerveza, la comida, las drogas (?). Suena tan común y muy normal (yo pensé lo mismo en algún momento de amargura) pero en realidad son gustos muy puntuales que sumados al tipo de persona de la que gusta mi más reciente ex novio, gordos, barbones, peludos, él era la partida perfecta. La única incoherencia era que el factor distancia seguía estando presente, él se encontraba aún más lejos de lo que yo estaba en ese entonces, ¿por qué le atraía una persona ajena que estaba más lejos todavía que yo?, ¿le ponía atención, más de la que yo le dedicaba?, era obvio que eso era lo que pedía, me lo dijo muchas veces, pero de tenerle detalles a estar al pendiente 150% de su presencia era un trecho muy largo que yo no quería cruzar con él. Como sea, lo investigué todo, y sigo en proceso. Entonces, ¿dónde entra Rulo aquí?, pues resulta que lo había llegado a ver en fotografías de Irving, en restaurantes, jugando videojuegos, juegos de mesa, saliendo a pasear, Rulo ahí estaba ocasionalmente. Cuando me agregó no pude evitar pensar que podía él llegar a ser un espía de Irving y Gustavo. Todo parecía posible, por ello no revelaba información valiosa que pudiera caer en manos de Gustavo con fines maliciosos. No es que ocultara algo realmente, pero debido a la falta de confianza que había surgido era preferible mantener mi distancia, sobre todo después de la negativa que Gustavo me dio a la invitación a cenar un día antes de mudarme nuevamente. Con el tiempo Rulo resultó no ser quien yo creía, sin embargo rápidamente se encariñó conmigo, pensamiento ante el cual tengo planeado escribir su propio apartado.

El conocimiento como un arma de doble filo ya lo he probado variadas veces, en el ámbito de las vidas amorosas, con Miguel probé el sabor amargo del conocimiento, con Gustavo no tanto pero también probé sus desdichas. A mí no me gusta la idea de no saber un detalle, si puedo investigarlo, aunque me duela no descanso hasta dar con la conclusión, porque es mucho peor vivir en la ignorancia. La verdad siempre es lo que más valor tiene.

jueves, 24 de noviembre de 2016

Doña Gertrudis


Doña Gertrudis era el sapo más arrogante y pedante del bosque.

A la señora Conejo le irritaba. Ambas compartían una misma madriguera y para ella no podía ser peor castigo que tener a alguien como Doña Gertrudis a su lado.

La señora Conejo era limpia y ordenada, su mente era siempre muy bien organizada. Nada se le pasaba. Sus raciones de comida para el frío invierno que se avecinaba estaban ya muy bien guardadas. Su parte de la madriguera era impecable, reluciente y muy colorida. No pasaba por alto una vez a la semana sacar el polvo que inoportunamente se colaba por la entrada. Su recámara tenía unos hermosos y coloridos cuadros de naturaleza y una que otra flor que arrancaba del jardín de su madriguera; su cama siempre tendida y su sala de baño más pulcra que ella misma. La cocina ni se diga, tenía todo para entrar dentro de los récords de limpieza, los cubiertos y vajilla por ordenados por tamaño, por color y por uso. En el refrigerador nada le faltaba pero siempre procuraba tener solamente lo necesario. Porque es cierto, la señora Conejo tenía una manera de ser humilde, ella era amable con todos, a todos les ofrecía favores y de nadie esperaba nada a cambio. Había ganado varios concursos de agricultura y alguno que otro de destrezas. Ella también era muy inteligente y sabía muy bien que había más animales en el bosque y más allá de él como doña Gertrudis, pero no valía la pena enfrentarlas porque los conflictos eran algo que no le gustaba. Sin embargo, doña Gertrudis sí que lograba sacar varias veces de sus casillas.

Doña Gertrudis por su parte, era un sapo muy malo. Nadie en todo el bosque la quería. Era muy presumida, procuraba siempre vestir sus mejores galas y vociferar que todos sus atuendos eran lo último en la moda animal; ella decía ser el sapo más hermoso del bosque, nunca salía sin sus anteojos negros y maquillaje excesivo, su andar era muy exagerado como si fuera lo más deseable de entre todos los animales, su rostro en realidad tenía una expresión horrible de maldad que bajo sus anteojos oscuros se acentuaba más. Ella aludía que nunca escatimaba en nada en su vida, todo podía adquirirlo y si era lo más actual mejor porque procuraba siempre llamar la atención. Su actitud alejaba a muchos, a pesar que ella presumía ser quien más influenciaba en el lugar y decir que todo el mundo la idolatraba, en realidad todos en el bosque la aborrecían. No perdía oportunidad de divulgar que su parte de la madriguera era la más grande de todo el bosque. Ni al señor Tordo podía hacer callar, que era uno de los otros animales a los cuales era difícil ganarle una trifulca o discusión. Si los demás animales del bosque se enteraran que en realidad el hogar de doña Gertrudis era un completo chiquero (peor que el del señor Tocino) sabrían que en verdad es el sapo que ellos pensaban que era: nada más abrir la portezuela un tufo asqueroso salía del hogar producto de una limpieza poco dedicada, prendas por todos lados, vajilla que semanas llevaba tirada en la sala, moho, suciedad y polvo por paredes, suelo y techo, algunas partes con secciones de podredumbre. A veces prefería no comer dado que además de llevar su “dieta balanceada” era difícil encontrar algo comestible en su nevera.

La única que se llevaba medianamente bien con ella era la ardilla Bellota, no era precisamente un mal animal, pero su inocencia hacía creer las mentiras y sátiras que doña Gertrudis declamaba, y a veces incluso la admiraba. El castor Coleta solamente la soportaba y la seguía a donde quiera que fuera, pero en el fondo él la odiaba. Doña Gertrudis no dudaba de hablar mal de sus demás vecinos, sobre todo de la señora Conejo, con quien siempre veía una invisible rivalidad. Cada que podía le frustraba sus planes y algunas metas. Un día no dudó en arruinar la plantación de zanahorias que había sembrado para su propio consumo durante el invierno. Doña Gertrudis estaba detrás del acto, pero pudo astutamente culpar al cuervo Picotes (sin que este se enterara, claro) del mal acto. La señora Conejo se puso triste, días después se enteró de quién había sido realmente el culpable pero en lugar de enfrentarla directamente decidió plantar nuevamente un nuevo lote de zanahorias, esta vez con más dedicación para que fueran más bellas y deliciosas que las que hubiera sembrado jamás. Para envidia de doña Gertrudis, la señora Conejo disfrutó de un excelente cultivo de zanahorias, las más deliciosas y de un color naranja intenso. Doña Gertrudis sólo pudo menospreciar el fruto de su esfuerzo divulgando que había utilizado químicos y hasta brujería para obtener tan buen producto. Los demás animales a pesar de no querer a doña Gertrudis se dejaban influenciar por sus mentiras, cosa que ella disfrutaba. A la señora Conejo no le quedó de otra que pensar en lo triste de la situación, ella disfrutaba de su cultivo pero al pasar por el bosque mirar a los demás animales susurrando a sus espaldas la ponía tensa y más precavida de lo que ya era. En nadie podía confiar ya. De todas maneras, en nadie confiaba, siempre había sido muy independiente, ha estado lejos de casa desde muy pequeña y siempre ha sabido subsistir sola, su mente y vida organizada ha sido gracias a su madre, doña Conejo. Ha tratado con animales como doña Gertrudis con el paso de su vida a través de los bosques que ha atravesado, pero ninguno peor que doña Gertrudis. Como sea trataba de no importarle, a pesar de su imagen dañada a través de esos chismes, la señora Conejo vivía plenamente y con todas las comodidades que le eran de su agrado. A pesar de la actitud a través de los años, la señora Conejo nunca ha pensado en dejar su parte de la madriguera (la cual encontró luego de un enorme recorrido a través de todos los bosques del país), un animal como doña Gertrudis podrá doblegar el espíritu de la señora Conejo…

24 de noviembre de 2016

24 de noviembre de 2016
Dentro de mi muy desquiciada mente existe un recoveco (que ciertamente ocupa gran parte de mis pensamientos) dedicado especialmente a mi yo imaginario. Aún cuento con una personalidad alterna con la que usualmente, cuando estoy completamente a solas y creo que nadie me está viendo o escuchando, mi amigo imaginario. Más que mi amigo imaginario es mi personalidad alterna que solamente yo conozco, mi conciencia en físico. No sabría explicar, ni mi otro yo tampoco, cómo funciona esta doble personalidad consciente en mí, ya que mi conciencia propiamente no es dado que yo mismo creo esas mismas situaciones, pláticas y debates en los que yo sé por mí mismo los pros y contras, lo bueno y malo de un hecho. No es una subconsciencia que implícitamente me responde, es mi propio criterio y pensamiento el que constantemente se enfrenta a sí mismo. Porque ese es el principal objetivo de mi yo alterno, contradecirme y debatirme o apoyarme y solidarizarse. Muchas de todas aquéllas pláticas que mantengo conmigo mismo, o más bien con mi yo alterno (ya que no le he –no se ha- autonombrado de alguna manera), son dentro de mi propio idioma. Mi mente desquiciada en la profundidad de mi ser guarda un lenguaje único en el que sólo yo (y en este caso mi yo alterno también) conozco el significado y su interpretación, el cual prefiero guardarme aún para mí mismo debido a la complejidad del hecho de explicarlo incluso a través de este medio. Este ente imaginario que es parte de mí mismo y mis pensamiento lo defino (y se define a sí mismo) como la persona homosexual y desinhibida que externamente debería yo ser. Es mi parte más desquiciada y también es irónicamente la más libre. Es como quiere ser, actúa como quiere y piensa como quiere. No está sujeta a los estándares morales y éticos de la sociedad. Sin embargo, está aprisionada por mi personalidad externa, la cual está encerrada por estos mismos estándares sociales. Cuando estoy conmigo mismo comparto parte de esa libertad y locura porque puedo pensar y decir lo que usualmente me guardo para mí mismo cuando estoy en medio del bullicio de la gente. Soy ese homosexual que quisiera ser por fuera. En mi mente camino como mujer, moviendo las caderas, una pierna delante de la otra caminando con elegancia y porte, con cada paso un zapateo a tacón atrayendo con su eco la mirada y atención de quienes están en mi trayecto. Muevo las manos con parsimonia, de forma amanerada, saludando, haciendo señas y pretendiendo nuevamente atraer la atención de las personas. Mi voz, como puede pensarse, es feminizada, con expresiones vistas en cualquier mujer pretendiendo ser de la clase alta pero tal vez cayendo en la naquez, marcado en lo despectivo, también amanerada, de diferentes tonos agudos. La opinión usualmente es crítica y muchas veces etiquetadora, sobre todo con todo lo que aparenta ser homosexual.

No puedo y no quiero sacarla de mi cabeza, es una personalidad imaginada y pensada que vuelve a cada tanto, cuando me encuentro sólo mi subconsciente la libera e inmediatamente mis pensamientos se externalizan logrando que cada situación se homosexualice: manejar, hacer las compras en el súper, caminar por el boulevard hacia cualquier lugar. Por la misma razón en lugares como el trabajo, un restaurante, el cine o donde se encuentre el bullicio en pleno de la gente es cuando se arrincona esta otra personalidad que es meramente extrovertida. Sacarla sería quitarme ese lado mío extrovertido e irreverente, mi lado más divertido y que guardo exclusivamente para mí mismo y mi disfrute. Me divierto con mi otro yo, en mi mente es mi mismo cuerpo físico pero con diferente personalidad solamente, la persona que dentro de la sociedad homosexual me gustaría ironizar: la putería, la feminidad, la irreverencia, lo sexual de cada situación, la extroversión y la burla a la sociedad en general. Es mi personaje sátiro propio, platicar con él me libera de tensiones que cuando estoy paralizado mentalmente me ayuda a relajarme y ver la vida de una forma más relajada y como realmente por mi mente creo que es, con una burla sexual incluida. Pero es sólo mío, y esta es la primera vez que escribo acerca de ello, más bien, ambos estamos escribiendo de ello, porque sí, también está aquí conmigo escribiendo esto, burlándose de él y de nosotros mismos.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

23 de noviembre de 2016

23 de noviembre de 2016
La tercera es la vencida.
¿Será?
Eso me dijo Rulo el día de hoy al platicarle brevemente de mis experiencias con el amor a distancia. Ha pasado poco más de una semana y pronto se ha interesado en mí. Esa sensación de extrañeza al interesarse alguien en mí ya me ha sucedido varias veces: cuando hablaba con chicos a través de redes sociales para ligar y que se interesaran en mí sobre todo por mi físico, esas ocasiones sabía yo muy bien por qué lo hacían y para qué me querían y he hecho esa dinámica primero por vivir la experiencia y como una vía para olvidarme de Miguel cuando me estaba comenzando a enamorar de él y pensé que sería imposible tener su amor como también por despecho, con el objetivo de recuperar algo de la autoestima que había perdido en la ocasión que Miguel me abandonó, que esos chicos me halagaran aunque no fuera por los motivos que yo quería me sorprendía tanto como me elevaba mi demolida autoestima; una muy diferente situación cuando he sentido esa extrañeza fue cuando comencé a conocer a Gustavo, él no quería sólo sexo, él estaba interesado realmente por lo que hacía y lo que era, lo sabía, y me hacía sentirme extraño porque no esperaba en ese entonces encontrar a alguien tan pronto después de la partida de Miguel al extranjero y lejos de mí. Es difícil explicar la sensación, tal vez se deba un poco a mi falta de confianza en mí mismo, pero es aún sorprendente que alguien se fije en mí por lo que hago y me gusta hacer, por cómo soy y por quien quiero ser. De alguna forma sé que soy diferente a los demás (aunque a final de cuentas todos seamos entidades diferentes y únicas), no estoy dentro de la persona promedio debido a mi carácter, habilidades y capacidades. Constantemente, aunque a veces despectivamente, la gente me lo hace notar y no muchas veces lo tomo en cuenta, pero tal vez, como lo dijo alguna vez Miguel, soy una persona muy especial de la cual más de uno se fijaría. Ahí está de nuevo Rulo: inocentemente (aunque no debería fingirlo) pretende ver algo en mí más allá de la amistad imaginando escenarios en los que él dice ser el adecuado para mí como yo para él. Además de extrañarme este hecho me sorprende de sobre manera el pensar que la vida da demasiadas vueltas, nos pone muchas pruebas y lecciones y depende de nosotros afrontarlas.

Hablamos del destino, también cree en él. Dentro de las muchas cosas que compartimos en opinión y en gusto tiene un pensamiento similar al mío en cuanto a este aspecto. Nuestro sendero puede estar ya trazado, y en ese camino hay personas que nos enseñaron y de las que aprendimos pero también habrá quienes nos esperan para aprender aún más. Miguel se atravesó en mi sendero como Gustavo también lo hizo. Tal vez ahora sea el turno de Rulo. Tal vez. Hay muchas posibilidades para ello, así como también dificultades. La principal refiere a la constante en mis anteriores relaciones: la distancia. Miguel se alejó de mí, se fue para cumplir sus sueños. De Gustavo me alejé yo, para cumplir una de mis metas. Con Rulo empecé mal, la distancia ya es un factor en la ecuación, y eso que aún no nos conocemos en persona (exacto, no me conoce aún y ya piensa en mí, como yo en él, como una posibilidad). Pero tal vez la fórmula funcione ahora de esta manera, con la ecuación al revés. Si con Miguel y Gustavo tuve un a+b=c donde a es la relación, b la distancia y c la ruptura, tal vez con b como primer factor, un a adherido puede resultar un d, que signifique una relación duradera. No lo sé, ya me estoy adelantando también en situaciones que no debería. Apenas vendrá el fin de semana y por fin lo conoceré, tras una semana y media de estar conversando con una persona como no lo hacía en meses con Gustavo. Miguel por el momento no es de gran ayuda, está siendo distante como lo ha sido desde que comenzamos a hablar de nuevo; pero en eso no me fijo demasiado ya, que continúe su vida mientras yo sigo con mis proyectos (el suyo como prioridad) y mi vida. Sí, estoy interesado, pero tal vez no debería. ¿Por qué aparece Rulo justo cuando me dispuse a amar incondicionalmente a Miguel a través de los escritos que estaba haciendo, a la distancia y desde las sombras? Son de esas cosas que el destino me ha puesto (y a todos) para afrontarlos. ¿Qué hago, me dejo llevar por el momento? Me arriesgo a lastimar a otra persona por intentar formar algo que tal vez no funcione debido a mi amor todavía incondicional hacia Miguel. Ya lo había dicho, nada podía distraerme de ello, pero la vida me manda a Rulo, y yo debo decidir si acepto entregarme a él como me entregué a Gustavo y después le fallé o sigo esperanzado al amor eterno que me imagino en Miguel y en mí.

viernes, 18 de noviembre de 2016

¿Por qué no me puedo desapegar de ti?
¿Qué haces para seguirme cautivando?

Libérame de tu hechizo, vacía mis sentimientos, déjame sin alma, rómpeme el corazón cien veces a ver si así aprendo que no debo quererte más. Ahórcame con la indiferencia, dispárame con mentiras, ahógame en el mar de tus traiciones, apuñálame en el corazón y no lo sanes más. Permíteme ya no quererte, enséñame a ya no pensarte. Termina por matarme que ya sin tu presencia mi corazón y mente agonizan de tanto extrañarte.

24 de mayo de 2016

24 de mayo de 2016
El día de hoy por casualidad escuché varias de tus tantas canciones, las que te dediqué como las que me dedicaste. Se siente extraño que el tiempo corra y no pueda liberarte de mí prisión, o más bien, liberarme a mí mismo de la prisión que yo mismo cree. Recuerdo que hace poco más de un año volví a verte después de semanas sin hacerlo, un 20 de mayo, un mes después de separarme de ti por lo que yo creía «y ciertamente quería» “para siempre”.
Estamos a la cercana fecha de un mes de no hablarnos, porque así lo decidí, y aún me reúso a eliminarte de Facebook, porque sí, la ausencia me lleva a la ansiedad y a la obsesión, como ocurrió hace un año. Tú ves lo que yo hago porque no lo oculto, porque así me he impuesto, a revelar mi vida y en cierta parte que sepas dónde estoy, pero es la jugada equivocada, porque me duele más no saber de ti: ¿qué estarás haciendo en estos momentos?, ¿qué ha sido de tu vida?, ¿te has sentido triste, feliz, liberado, ausente, neutral con nuestra separación?, ¿has necesitado de mí, así como yo me estoy sintiendo ahora, ausente, vacío, sin un propósito, con una incertidumbre tan grande por no saber qué pasará en el futuro?, ¿cuáles son tus planes, tus metas ahora que estás en otras circunstancias? Es inevitable, estoy sintiendo mucho todavía, pero lo que más siento y resiento es la ausencia, el dolor de la pérdida, tenerte ahí, pero como un espejismo que crees ver, pero no puedes tocar, tal vez por eso es que te extraño con más fuerza, porque me afecta no hablarte teniéndote al tanto (o no) mío.

Las cosas con Gustavo están muy curiosas: por el exterior nosotros y todo el mundo a nuestro alrededor creemos que la relación va por buen camino, que estamos enfrentando bien la distancia y que sobrellevamos muy bien nuestra ausencia en la cama al dormir, pero no, desde el único incidente que ocurrió hace ya casi también un mes comencé a dudar de la estabilidad en nuestra relación, ya había visto el egoísmo, los celos, la falta de confianza y el fuerte apego en Gustavo, pero no pensé que fueran muy intensos, me equivoqué, sobre todo me ofendí porque me culpaban de aquello que no quería vivir nuevamente, yo que me juré no hacer daño a una persona y estar con alguien plenamente fui acusado de ello, sin yo siquiera pensarlo. Desde entonces siento miedo e igualmente desconfianza por lo fácil que le resulta pasar del amor al odio, ese incidente me tomó completamente desprevenido, temí y sufrí mucho esos días, desde entonces la sensación no ha bajado, al menos el temor, desde entonces comencé a evaluar si la relación no puede superar la distancia; mi creencia fue y todavía es que en cualquier momento, con el movimiento equivocado, puede colapsar.

18 de noviembre de 2016

18 de noviembre de 2016

Bien dicen que nunca sabes lo que puede llegar a pasar. Que el futuro es muy incierto. Incluso ahora. Cuando yo pretendía dedicarme enteramente a Miguel, aunque no me correspondiera por ahora y me tratara con una gran indiferencia, seguir escribiendo sobre él y nuestra historia, seguir dedicándole poemas, atardeceres y pensamientos, contemplar la luna y acordarme de los bellos momentos a pesar de todo, seguir amándolo en secreto como estoy acostumbrado a hacerlo con él. Cuando me dispuse a continuar así en el resto de los días en que estará lejos de mí aparece alguien más. Por ahora no es algo de relevancia, pero está interesado en mí, como Gustavo lo estuvo al conocerme. Soy humano, soy débil y necesito de atención, de amor. Perdí a Gustavo por no saber manejar mi interior, a pesar de amarlo, amaba aún más a Miguel en lo profundo de mi corazón y eso me impedía amar como debía a Gustavo. Me engañé a mí mismo porque pretendí engañar a mi mente y corazón. Mi tendencia es caer nuevamente en esas redes. En términos generales no está del todo mal, a pesar de mis sentimientos hacia Miguel no me permitiría (y Miguel pretendía ello) negarme a conocer a alguien más. Pero a profundidad todos sabemos lo enamorado que estoy aún de Miguel a pesar de las circunstancias, y si entro nuevamente en una relación sería engañarme de nuevo. Al permitirme coquetear con alguien más me hace sentirme inmediatamente culpable por pretender repetir la historia de Gustavo. Engañarme y traicionar a alguien más, buscar a alguien con quien pasar el rato e intentar llenar el hueco que Miguel sigue dejando en mí, algo que sólo él puede complementar. Rulo no es para nada un mal candidato, hasta ahora ha conseguido interesarme en él, porque pocas personas han llenado intelectualmente el nivel en el que me gustaría que mi pareja ideal se encontrara, por supuesto Miguel superó mis expectativas, ve además la vida con mucho entusiasmo y muchas posibilidades, comprende parte de mis pensamientos ya que su mente trabaja parecido a la mía, tenemos muchos gustos en común y dentro de los cuales podrían explorarse muchos más, ambos dispuestos a saber y conocer más de la vida. Puede que lo esté juzgando tempranamente, dado que al momento de esta redacción no tengo aún el gusto de conocerlo en persona. La conexión intelectual es muy importante para mí, pero la física también tiene su relevancia y la química tiene que darse para yo pensar que las cosas más allá de una amistad puedan darse. No soy el único, él también ya ve esa posibilidad, la externó primero hacia mí, casi al mismo tiempo de yo considerarlo en mis pensamientos. Una relación entre nosotros nos ayudaría a explorar aún más el estar con alguien que comparte tu forma de vida y al mismo tiempo ve la misma de una forma positiva y hacia adelante, así como comprende la mente del otro inicialmente de forma general. El problema entre nosotros, una particularidad constante en mis anteriores relaciones, es la distancia. Nos encontramos en distintas ciudades, a varias horas de distancia entre nosotros lo cual ha ocasionado que no nos conozcamos en persona aún. Con Miguel todavía en mi mente y con ese factor que ha sido un indicador potencial del mal funcionamiento en una relación en mi vida no intentaría algo por el momento con él. Mis proyectos personales los tengo ya conceptualizados y estoy enfocado en ellos, al menos no quisiera iniciar algo hasta saber que estoy haciendo algo por mí mismo, entender por completo que Miguel no es la solución a mi vida, que si está conmigo no signifique que soy pleno y lo puedo todo, que sin él también puedo continuar con mi vida y hacer todo lo que quisiera y después compartirlo con alguien más, tal vez no Miguel porque necesito hacerme a la idea que es muy probable que ya no vuelva conmigo. Hasta entonces debería considerar la posibilidad de pensar en Rulo como una posible pareja, pero este no es ese momento.

12 de noviembre de 2016

12 de noviembre de 2016
Hay ocasiones en que me pongo a pensar profundamente: ¿cómo es que Miguel me sigue cautivando?, ¿por qué siguen ganando esas ganas de tenerlo ante mí, contemplarlo, abrazarlo, que me abrace, besarlo, que me bese y que juntos nos complementemos?, ¿por qué seguiré idealizando todo aquello?, ¿por qué, después de lo ocurrido, todas las penas, los llantos, los enojos, la incertidumbre y las ansias quiero compartir una vida con él? Dicen que las personas no cambian. Tal vez sea cierto, hablando propiamente de mí mismo y mi personalidad, (primero hay que juzgarse a uno mismo) no pienso cambiarla. Entonces, ¿por qué Miguel cambiaría su actitud para conmigo? Tal vez sus actos sí se debieran enteramente a su confusión en la decisión con quién quería quedarse en ese entonces, pero lo que he considerado abiertamente es que nunca llegó a verme realmente como el amor de su vida, al menos no desde la misma perspectiva en que tengo yo ese concepto, todo debido a las carencias de las que sufrió nuestra relación en cuanto a las anteriores que había tenido y las cuáles afirmó ser como decía. Miguel tenía razón en la última carta que me envió: yo me cree el amor que quería, yo deseaba que él fuera conmigo todo lo que había sido en sus anteriores relaciones y vivía con esa obsesión. Eso ahora sé que estuvo mal de mi parte, al releerla me di cuenta que me comporté de una manera muy infantil y poco coherente, cegado por el resentimiento y el recelo de saber que le estaba dando lugar a alguien en su corazón, ese lugar en el que yo quería estar de por vida y que pensé era inamovible. Estuvo mal compararme con Francisco y con David y con todos aquéllos con los que ha estado. Yo soy yo, Francisco y David, y ahora Tzen son ellos nada más, a su manera, y aunque entre nosotros haya un cierto patrón, todos tenemos nuestras virtudes y defectos. Yo creí sin embargo, que nuestro amor era trascendental, que a pesar de la muestra de todos mis defectos que se justificaban por el miedo a perderlo, miedo a ya no tener su amor porque sin él yo me moría, sin él no podía yo continuar. Era el primero, del que no me quería desapegar, lo mejor que le había pasado a mi vida hasta entonces, sentir toda aquella clase de sentimientos al enamorarme día con día. Los celos, las traiciones, los miedos fueron creciendo como la primera vez hasta que terminaron con lo que habíamos reconstruido. Gustavo ayudó a ello, me distrajo de mi ideal, me confundió al creer que había encontrado alguien que estaba en mi lugar, que me veía como yo veía a Miguel y me adoraba simplemente por ser quien soy, pero detrás ocultándome a una persona que sí, podía amarme un día, pero al siguiente podía llegar a odiarme. Gustavo padecía la misma inestabilidad que en los días de Miguel poseía. Ahora que Gustavo se fue, me di cuenta que mi ideal siempre fue Miguel, que estúpidamente lo hice a un lado para tratar de engañarme a mí mismo y creer que con Gustavo podía llegar a lograr algo, cuando en el fondo mi corazón seguí sabiendo que Miguel era la persona a la que yo estaba dispuesto a esperar a su regreso, para ver si un día podíamos retomar lo que habíamos dejado pendiente: una vida juntos. Pero cometí mis errores, lo alejé, lo hice a un lado y logré que sus sentimientos se enfriaran para conmigo. Sus conversaciones ahora son frías, secas y mucho más ambiguas de lo que Miguel está acostumbrado a ser. Durante las ocasiones en las que tenemos conversaciones noto la barrera que ha construido exclusivamente para mí, y no sé si es porque intenta alejarme hasta el momento en que podamos estar juntos de nuevo y no remover en nuestros sentimientos conociendo de antemano que yo no soy capaz de sobre llevar una relación a distancia como ya lo he comprobado, convirtiéndome en alguien errático; o si esa barrera es porque ya me ha superado y no pretende en mí más que una amistad pasajera, alguien con quien conversar cuando se encuentre aburrido de su agitada vida, contestarme solo por el compromiso de quien alguna vez fue alguien importante en su vida, más por ello que por querer realmente saber de mí. De esta alternativa tengo miedo, porque lo sigo dando todo por él, realmente anhelo nuevamente continuar nuestra historia, pero por mis actos lo he perdido ya, pienso yo. Al hablar me irrita que actúe así sin yo estar seguro de qué es lo que piensa ahora de mí, me pone triste y me hace pensar constantemente “¿por qué le he vuelto a hablar si sólo era para seguirme castigando?”; al no hablar yo me creaba muchos escenarios imaginarios en mi mente sobre lo que podría estar haciendo, pero hablar con él si bien no aclara nada, lo empeora todo simplemente porque no sé cómo es que me ve a mí y a lo que alguna vez fue de nosotros.

viernes, 11 de noviembre de 2016

¿A qué hora se recoge el amor?
¿A qué hora paso por los pequeños versos que escribí?
Las prosas también, que si bien insignificantes para ti

Lo eran todo para mí...

03 de abril de 2016

Hola,
He vuelto.

Más bien, nunca me he ido. Siempre he estado aquí, pero: ¿existe el “siempre”? ¿El nunca? No lo sé, pero puedo decirte que tal vez no he estado contigo presencialmente, pero sí ahí. Ha pasado poco más de un mes desde mi última carta que te envié, esta no será así, me la quedaré. ¿Para qué?, no lo sé, no debería haber un motivo por el cual deba estar redactando esto, o tal vez sí: aún te amo. Te extraño, es difícil o más bien incómodo estar escribiendo esto cuando tal vez no pienses más en mí, ambos tenemos vidas ya distintas, tal vez vayamos al mismo rumbo (obviando claro el hecho que ambos moriremos), pero tal vez nuestros caminos ya no puedan cruzarse. Esta carta es como una prueba de la esperanza que aún vive en mi corazón, esa que anhela que por fin pueda tener una vida junto a ti, como yo lo soñé cuando lo estábamos. Te fuiste y las cosas cambiaron un poco, siempre hubo diferencias, disgustos y malos momentos, pero ha sido más el amor que había hacia ti y olvidaba con tu presencia todo ello, anulabas mi impaciencia, mi ansiedad, mi desesperación. Hoy regreso a ti. Y no me quiero ir, espero que me dejes estar, a la sombra de ti, en tu regazo admirándote nuevamente, poseyendo en mi ser nuevamente el temple de enamorarte, que te quedes conmigo. No me abandones que por ti nuevamente suspiro. ¿Qué es este roto corazón sin tu presencia? Ya he aprendido a vivir sin ti, pero mi corazón aún me pide aferrarme a ti aunque le duela saber que el tuyo al mío ya no lo necesitas. No nos importa. Déjanos amarte hasta el fin de nuestros días, hasta que se me agote la vida, al corazón los latidos y a mi mente los pensamientos. Un perdón no es suficiente tras estas frías semanas de mi ausencia, pero espero me libres de la culpa que cargo a cuestas. Total, ¿quién soy yo para tus días? La sombra que siempre estuvo tras de ti ha vuelto esta vez para no irse, esta vez más oscura que antes. Amándote. Queriéndote. Deseándote.

11 de noviembre de 2016

11 de noviembre de 2016

El día de hoy por la mañana pregunté sobre el consumo de gasolina del vehículo en el que iba, una van de pasajeros, pregunté si este gastaba mucho comparándolo con un vehículo anterior en el que nos transportábamos. Me respondieron que en el que nos movíamos era más económico el gasto de gasolina ya que el motor con el que trabajaba era de cuatro cilindros y el anterior de ocho. En mi vago conocimiento en el tema automovilístico puedo identificar que un motor de cuatro cilindros gasta menos gasolina que uno de ocho por ser más pequeño, pero hasta ahí llega mi conocimiento sobre ello. Me he preguntado cómo es que esto funciona así, que hace de un motor de cuatro cilindros trabajar de la misma manera que uno de ocho pero gastar menos potencia, a qué se debe que se llamen de esa manera, si sea algo conceptual o sea estrictamente literal. No ahondo en este tema y en estas cuestiones de ingeniería y mecánica porque no es algo en lo que me gustaría especializarme. Sé que sería bueno saber sobre el tema pero me idealizo sabiendo que no comprenderé muchos de los términos así como no comprendo del todo el sistema de funcionamiento general de un vehículo (me he preguntado muchas veces cómo es que un motor llega a mover unas inertes llantas haciendo desplazar el mueble a través de este trabajo, lo comparo esas mismas ocasiones con el movimiento motriz que realizamos nosotros al caminar donde el cerebro es como nuestro motor enviando órdenes a las extremidades para que podamos desplazarnos) y me termino por rendir ante esta curiosidad. Sinceramente todo el tema en sí de tener un vehículo no me atrae para nada por el momento. Muchas personas comentan que esto es una necesidad, otras que es un lujo. De donde vengo tal vez esto pueda considerarse una necesidad para muchos debido a los largos traslados de casa al trabajo y viceversa además de las congestiones en el tráfico que hacen todavía más lento el traslado. Es cierto, en una ruta urbana he llegado a hacer hasta tres horas de camino del trabajo a mi casa ya que es en la tarde cuando me encuentro con más movimiento de vehículos comparado con el traslado matutino. Pero no por eso considero ya que es una necesidad contar con mi vehículo propio para trasladarme; es cierto también que en los cortos fines de semana no laborales romper la rutina visitando pueblos o ciudades cercanos a mi hogar es un punto a favor a la hora de considerar tener mi vehículo propio. A mi parecer, eso empeoraría aún más el problema de tránsito vehicular en la ciudad ya que estaría agregando en lugar de retirar un vehículo más al largo catálogo de transporte que además siguen contaminando más y más la ciudad. Considero más bien que deben estarse buscando alternativas para la evasión de más problemas en el tráfico de una ciudad como en la que viví, en lugar de buscar las tasas más bajas de interés al momento de obtener un nuevo coche de agencia. Vengo de una ciudad en la que tener un vehículo además de considerarse una necesidad es casi un lujo ya que al obtener uno se ingresa dentro del estatus social de la clase media, media-alta. Contrario a lo que debería ser, tener un vehículo, aunque sea un modelo viejo o de categoría usada, inmediatamente le da un estatus al dueño del mismo, haciéndolo acreedor de cierto respeto de quienes no contamos con uno, le da cierta independencia y deja entrever externamente que esa persona cuenta con una economía medianamente (como mínimo) estable. Lo correcto, a mí parecer, para considerarnos una sociedad plenamente consciente sería etiquetar al automóvil personal como un medio de transporte secundario que solamente debería ser usado en situaciones de emergencia, o bien ocasionalmente para traslados muy largos que serían (reitero) eventuales, para esto el transporte urbano y la infraestructura sobre la cual se mueve deben tener la suficiente eficiencia para que esto suceda, desde contar con más y mejores unidades, más opciones de traslado incluyendo la ruta urbana, el metro, el tren ligero o los vehículos de múltiples pasajeros como lo serían una van o una combi; todo esto para llegar cómodos y a tiempo a nuestros sitios de destino. Además, siendo realmente conscientes para con el medio ambiente el uso del transporte personal sería considerado una alternativa de emergencia sabiendo de por medio que al utilizarlo estaríamos dañando nuestro amado planeta, provocando que la inestabilidad en el clima de la que ya somos partícipes continuaría incrementando en lugar de minimizar y que las emisiones de contaminación tardan demasiado en biodegradarse. La abolición del transporte personal como una prioridad (nuevamente, a mi consideración) nos dejaría ver como una sociedad de prosperidad no solo en este ámbito social si no ambiental, ya que al ser el transporte urbano una prioridad se evitarían las congestiones en el tráfico de las que muchos años fui testigo y pro igual manera veríamos mejor cuidadas las áreas verdes de nuestro entorno así como un cielo despejado sin notables nubosidades color café indicación de la evidente contaminación que existe en el aire que día a día respiramos; una sociedad sin el vehículo como prioridad sería para mí una sociedad desarrollada, limpia y ordenada, contrario a lo que sucede hoy en día. Así que: ¿para qué quiero un vehículo?, ¿para estar atorado en el tráfico de la ciudad por más de dos horas sin tener hacia dónde moverme?, ¿unirme al incesante mar de personas que accionan el claxon con la esperanza de que con ello los vehículos de enfrente se muevan más rápido? Creo que mientras la sociedad es más consciente prefiero seguir usando el transporte urbano aunque haga más de tres horas de camino hacia mi casa; en el trayecto, quizá, puedo continuar con la lectura de más libros de mi amplio catálogo de lectura pendiente.

09 de noviembre de 2016

El día de hoy hablé con Miguel y me frustraron dos cosas.
Primeramente noté nuevamente su completa falta de detalle en sus conversaciones. Hablar con él, desde que comenzamos a salir, ha sido todo un lío. A través de los diferentes medios de conversación que tenemos o teníamos, en persona, por mensaje de texto o por correo Miguel siempre se ha identificado por ser una persona de muy pocas palabras, junto con la ambigüedad de la que es reconocido crean en mí confusión y desesperación por creer que tras sus palabras o escritos esconde revelaciones ocultas que dejan ver lo sombrío que puede llegar a ser. Me frustraba hasta el punto que sentía siento recelo y rencor por ello, me daba pena expresar mi desconcierto, decirle que pensaba lo peor de él al darme el mensaje que tal vez no tenía una intención maliciosa. Ya estaba calado, ya había sufrido de su parte lo suficiente para desconfiar de él y creer que era capaz de lastimarme todavía más de lo que ya lo había hecho. Al hablar hoy con él sentí nuevamente esa frustración y el hastío, que me hizo recordar y ponerme a pensar profundamente, que meses atrás además de amor, ternura y compasión Miguel también era capaz de provocarme esos sentimientos que me hacían aborrecerlo, mas no odiarlo. Eso nunca.
Hubo otro episodio que llenó de frustración mi ser: revelarme, sabráse con qué propósito, sobre Francisco y su segunda visita a Europa que daría lugar aquél mismo día. Al hacerlo mis entrañas nuevamente se alteraron y me hizo sentir mariposas asociadas a los celos y al desconcierto. No lo comprendía: en la video llamada que tuvimos me señaló y me dijo que yo me obsesionaba con echar en cara temas del pasado, con aquélla confesión ¿realmente pretendía comenzar un tema de conversación? Si tanto me recriminaba tocar temas del pasado ¿por qué sin razón aparente me hace esa confesión? ¿Qué más quería remover en el turbulento pasado que vivimos? ¿Qué caso tenía para él mencionar un fantasma del cual he tardado tanto en deshacerme? Tal vez para Miguel sea sencillo dar borrón y cuenta nueva en su vida, dado su personalidad es fácil ver que el cambio constante y la reinvención son fáciles de dar en su cotidianeidad. Tal vez piense que todos somos así. Dolorosamente me cuesta seguir recriminándolo en este texto, pero: ¿cómo, después del severo daño que ocasionó en mi vida, puede atreverse a mencionar con toda la intención de platicar tranquilamente de una persona y una situación que en mi pasado fueron los causantes del caos en mi vida? Él, a final de cuentas fue el que ocasionó tanto caos en nosotros, y sin embargo le es muy sencillo hablar de nuestra persona al otro como si fuéramos ya eventos ocasionales de un pasado remoto el cual no dejó huella en su vida.
Al momento en que mandó ese mensaje quise responderle con todo el sarcasmo del que era capaz mi vocabulario. Quise ser irónico y también hacerlo ver con qué estaba jugando, con qué grado de atrevimiento estaba actuando. Pero ¿qué caso tenía ya? Si le respondía de esa manera me evitaría, pondría una defensa contra mí porque seguramente ya está cansado de mí. Lo único que logra cada vez que hace eso es dejarme tan frustrado como si en verdad le recriminara y me ignorara, hace quedarme con ese resentimiento en mi interior en el que me asombro del porqué de su actuar. Quizá piense que ya he superado las cosas y que hablar de él me es sencillo como alguna vez lo fue en la relación epistolar que vivimos. Lo cierto es que ya he superado esa etapa, puedo ya mencionar su nombre sin que mi cuerpo se estremezca y su sola mención –o su nombre mismo- renazcan en mí todos aquéllos recuerdos del pasado que incluían mi sufrimiento, mi pena y mi duelo. Lo que se me hace inverosímil es que quiera sacarlo a plática cuando de su vida he sabido poco después de estos meses de no saber nada. Es cierto que esto último es culpa mía y solo mía por haberme ausentado tanto tiempo.

Nunca entenderé del todo a Miguel, quisiera nuevamente entrar en lo más hondo de sus pensamientos, que él como yo unos textos parecidos a estos exprese sus sentimientos o me deje conocerlos. Saber cómo es él en su naturaleza más pura, si es cierto que en algún momento de nuestro tiempo me amó equiparablemente a lo que yo lo he amado, sentimiento que crece y sigue creciendo día con día.

07 de noviembre de 2016

07 de noviembre de 2016
Soy una persona sin carisma alguno.
Hoy me he preguntado << ¿cómo le hará Miguel para nosotros tenerlo aún presente después de todo el daño psicológico que nos causó? me refiero a Francisco, David y a mí >>. A David le ocasionó un fuerte apego que según mi teoría aún sigue vigente en él. De acuerdo a mi hipótesis David aún no supera a Miguel del todo y por ello falla mucho al querer encontrar a alguien con quien compartir su vida. Él no ha superado del todo el nivel de amor con que vivió la relación que tuvo con Miguel. Aún desconozco cuál fue la verdadera causa de su rompimiento, es cierto que haberle ocultado la revelación de su padecimiento a Miguel y después exponerlo ante tal condición sin aún revelárselo, hasta que Miguel por cuestiones del destino se enteró por su cuenta haciendo el hecho más penoso y doloroso. Sí, esa es una muy buena razón para aniquilar algo tan bello que era su relación. Sin embargo aún creo que detrás de todo ello hay algo más todavía. Algo tal vez un poco más siniestro, algo que obligó a Miguel tomar sus distancias a pesar de haberse entregado de una manera especial a su novio de dos años y medio. Esa decisión repercutió en un trauma psicológico en David (por supuesto, aún me encuentro en el terreno de la suposición) que consolidó su idealización en Miguel como la pareja perfecta, que ahora le es imposible o muy difícil encontrar una pareja que se le equipare puesto que aún le queda el recuerdo de los bellos momentos, los cuales quisiera repetir, pero que jamás se darán porque Miguel es una persona única y especial, obviamente quisiera repetirlos con él. Este es exactamente mi perfil, en este momento, y si no encuentro la manera de superar lo sucedido me convertiré en un David, sin posibilidad de poder encontrar alguien que me haga compañía (que tal vez no la necesite del todo, algo que va acorde con este texto y que retomaré más adelante) debido a que ya tengo la idealización de la persona con la que viví momentos mágicos y especiales y con la que, claro, me encantaría vivir de nuevo; vivir quizás hasta que la muerte nos arranque la vida. Pues bien, tal vez sea una cuestión social de la actualidad, o tal vez se deba meramente a una cuestión de personalidad – una personalidad que compartimos David, Francisco y yo-, o tal vez sea Miguel el que nos ha dejado cautivados que es complicado desapegarnos de él. Quiero entender por qué de mi parte me es muy difícil dejar de pensarlo. A Francisco por su parte, después del drama y la tragedia vivida tras el paso de mi persona en la vida de ambos, su completa falta de atención hacia su pareja y la posterior etapa de la indecisión en la que Miguel no escogía su amor o el mío. Ante una situación así, me imagino que alguien en los zapatos de Francisco hubiera sido humillante haber vivido algo así: una persona a la que dejó vivir en su casa, compartir sus pertenencias y dejarla dormir en la misma cama sabiendo que antes había estado en brazos de otra persona, besándola o tal vez teniendo relaciones con ella… Francisco debió amarlo demasiado para permitir todo aquello, o tal vez yo aun no comprendo del todo los conceptos de la fidelidad y la lealtad – una herramienta baja y sucia para esconder la promiscuidad, a mi parecer-, mismos que eran el arma bajo la manga que siempre Miguel usaba. ¿A quién realmente le era fiel en aquél entonces? Esa respuesta no lo sé aun ahora y no es tema que quisiera abrir en este texto. Francisco dormía con el pecado. Miguel dormía, no sé si lo hacía con la conciencia tranquila, pero lograba conciliar el sueño cada noche, abrazado de una de las dos personas a las cuales les juró lealtad. Francisco aparentemente podía vivir con ello, no le importaba que en la mente de Miguel se librara una batalla en la cual podía no ser él con el que se quedara y escogiera. Yo también vivía con ello, o más bien, con menos que eso, sin poder dormir a su lado, sin ser lo último que viera al dormir y lo primero que observara al despertar, pero con más incertidumbre tal vez que la que tuviera quizá Francisco. A pesar de haberlo hecho llorar, tal vez no por la indecisión, tal vez no por mi presencia en medio de los dos, tal vez no por sentir remordimiento por todas las faltas que Miguel le echara en cara, pero sí tal vez por la próxima partida de lo que fue su primer amor. A pesar de ello, Francisco siguió con la esperanza. A pesar de algunos intentos fallidos en los que intentó no saber más de Miguel, Francisco al igual que David y que yo mismo, regresó porque lo necesitaba. La charla podía no ser la misma, las conversaciones podrían tornarse más frías aún y secas como el desierto, pero Francisco quería estar ahí, enfrentándose a la casi imperceptible indiferencia que Miguel mostraría al comenzar a construir una barrera en una persona que quiso, amo y que ahora sólo comenzaba a sentir cariño y nostalgia por todos los recuerdos pasados. Quería tal vez seguir luchando por él, porque Miguel era lo que más amó en su vida, no quería perderlo y no le importaba si así se enfrentaba a su dignidad interna, que le diría quizá que no tenía que estar ahí muriendo por una persona que ya no lo amaba como antes y por una relación que la otra persona ya no le ve futuro. En lugar de sacarlo de su vida Francisco prefirió seguir estando ahí.
¿Acaso no me veo yo ahí? Claro. Tal vez ni David ni Francisco pensaban como parafraseo aquí. Eran puras suposiciones. Soy yo quien no quiere perderlo. Soy yo quien prefiere perder la dignidad que le queda por tener una mínima parte de lo que alguna vez fueron profundas y productivas conversaciones. Soy yo quien todavía lo ama con intensidad. No con la misma intensidad de hace dos años, cuando lo nuestro comenzó a construirse, sino más fuerte. Cada día lo amo más sin embargo. Cada día me aferro y no dejo al corazón que lo deje ir, y a mi mente que lo deje de pensar. Qué daría por tenerlo de nuevo ante mí, mirarlo inclinando hacia arriba mi rostro, que me mire inclinando hacia abajo el suyo. Ver sus ojos café claro, que me miren a través de sus anteojos. Perderme en ellos. Fundirnos en un abrazo que dure hasta la última campanada de la medianoche y hasta más. Soñarlo durante mi dormir. Yo cometo también mis errores, todavía lo hago. Cometí el más grande al intentar alejarlo por creer que estaba estorbándome para entregarme a una persona que me amaba en la mañana y en la noche me odiaba. He pensado que Miguel atrae personas sin demasiada autoestima. No soy quien para juzgarlos pero Francisco y David no parece que pensaran sobrevivir sin Miguel cerca. Miguel para ellos, así como para mí era su sustento. Aunque las cosas fueran mal, Miguel ahí estaba como una posesión positiva, aquella que le faltaba tal vez a nuestras vidas. De nuevo me proyecto en ellos. ¿Para qué evadirlo si soy yo quien lo necesita de esa manera?

¿Qué tiene que ver el carisma con todo esto? Que Miguel tiene más carisma que todos nosotros juntos. Que para él es fácil que la gente lo recuerde, por todas las experiencias que ha vivido y que sabe externarlas. Por todas las risas que provoca. Por su pensamiento siempre positivo, evitando a toda costa lo triste. Porque es agradable siempre estar con él, porque siempre tenía algo que decir, nunca lograba ser demasiado serio. Siempre se hacía notar y sus ausencias siempre eran notorias. Si Miguel no hablaba es porque algo le ocurría, y rápidamente había que consolarlo porque una persona con esa energía y ese positivismo, de inmediato debe reanimársele. Cada vez que nos peleábamos su rostro triste o indiferente me aniquilaba más que todo lo que pudiera decir. Me culpaba por ser aquél que provocara todo aquello a una persona así. Más me culpaba porque a pesar de todo lo amaba más que nada en el mundo. Y lo sigo haciendo. Yo no tengo carisma alguno, soy un fantasma para todos, alguien extra que se anexa en cualquier escena. Si me ausento nadie me echa de menos. Si estoy triste o estoy feliz a nadie le importa. A veces eso es una ventaja para mi personalidad introvertida, pero otras veces quisiera ser el centro de atención, aunque rápido me aburra de ello. Que mi humor o mi estado para otros sea para otras personas algo que deba ser tomado en cuenta. He aguantado que muchas veces se olviden de mí, que me omitan y que me pasen por alto. No puedo negarlo, no soy alguien importante y tal vez nunca lo sea. No me importa la mayoría de las veces. Y menos me importaría si tuviera conmigo (no literalmente) a la persona que más amo en el mundo.

18 de septiembre de 2015

"Maravillosa ha sido nuestra historia: que desde un “hola, buenos días” el destino ya está trabajando en dos almas que tal vez estuvieron destinadas a permanecer juntas por mucho tiempo. Todo lo que hemos vivido, muchos lugares hemos hecho emblemáticos, lugares que hemos pisado y el momento los ha hecho inolvidables y con añoro. Parques, restaurantes, cafés, cines, teatros, montañas, antros, paisajes hermosos. Cómo una simple banca de un parque hace tener tantas historias, una canción te transporta a momentos únicos y un recuerdo puede traer tanta nostalgia por los buenos ratos juntos. Cada uno nos transporta a un abrazo, a un beso, a una discusión y a tantas bellas palabras que se convirtieron en las más hermosas y memorables de nuestras vidas."