viernes, 13 de enero de 2017

Caileé Arileé 1

A las doce del mediodía no había motivo para estar fuera de la cama. Caileé Arileé no tenía para nada intenciones de dejarla durante todo el día. Fuera llovía torrencialmente, bajo una presión provocada por las nubes bajas, la temperatura por debajo de los 10°C, el viento intensificaba la sensación térmica baja. Además y sobre todas las cosas, no quería. Los días anteriores fueron pesados en el instituto, lo que más deseaba era que esa semana terminara, el fin del invierno trajo consigo una de las peores tormentas invernales e hicieron más difícil sobre llevar tan dura semana académica. La chica estuvo al borde de la desesperación, el fin de sus estudios estaba convirtiéndose de lo más caótico para sus capacidades, pero había hecho una promesa a sí misma de terminar a toda costa la licenciatura, mucho esfuerzo hizo para llegar a este punto para tirar la toalla y rendirse. Exámenes, reportes, ensayos, trabajos prácticos, laboratorios y trabajo de medio tiempo poca oportunidad le dejaban para socializar. Aunque, la verdad, esto no era una prioridad en su vida. Siempre estuvo sola, sus padres la abandonaron en un lugar inhóspito casi al nacer, en la cumbre de una montaña en una mañana de invierno parecida a esa, no supo si realmente fue su madre, su padre o ambos quienes lo hicieron, no lo recuerda y nadie más vio este hecho. Su verdadera madre fue quien la encontró, la tomó en sus brazos y se preguntó que hacía ahí en una caja un bebé desprotegido de aquélla manera. No se veía nadie alrededor, la nieve estaba cubierta y no se veían huellas frescas. Desconocía si llevaba ya mucho tiempo la caja ahí o debido a la tormenta las huellas se borraron rápidamente. Intentó avistar alguna silueta alrededor pero cada segundo que pasaba el bebé seguramente sufría. Decidió llevarla al pueblo y si el niño pertenecía a alguna familia seguramente lo estarían buscando, mientras tanto lo mantendría a salvo y con vida. ¿Qué hacía ahí?, desconocía realmente porqué había tomado esa ruta, el sendero habitual por el que transitaba desde el pueblo de su madre al suyo propio lo dejó atrás y por alguna extraña razón, tal vez inconsciente, decidió tomar aquél sendero anexo conocido por tener una vegetación más abundante pero con más peligros al paso debido a su accidentado relieve, al pensar profundamente dónde se encontraba deseó que los padres del bebé no hubieran sufrido un accidente. Parecía cosa del destino haber transitado por ahí y casualmente encontrarse con aquélla caja. El norte del país se caracterizaba por ser de las regiones más frías durante esa época, los campos estaban cubiertos de nieve, los lagos en hielo, el viento propiciaba un ambiente incapaz de dejar respirar apropiadamente y de congelar el alma hasta los huesos, aun así, como su cuerpo se lo permitió, llevó al bebé sano y salvo a su hogar, donde inmediatamente encendió una hoguera y puso la caja con aquél recién nacido relativamente cerca del fuego para que comenzara a calentarse. Descubrió que el bebé era una niña y alarmantemente se percató que la bebé tenía un pulso muy leve, peor tenía miedo de acercar la caja al fuego debido a que tendría un cambio de temperatura muy radical que podría incluso ser peor que permanecer afuera. Sin saber qué hacer, hizo lo humanamente posible para mantenerla con vida.

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