martes, 24 de enero de 2017

Atazagorafobia

Atazagorafobia
Estaba bajo la almohada, pero a pesar de todo eran las 3 de la madrugada. No sé precisamente por qué he despertado, ningún ruido se escuchaba alrededor. Con mi desconcierto y mi mente aún en los sueños me percaté que extrañamente no había un solo sonido en el ambiente, usualmente la bomba del agua, alguna gota en el lavabo, alguna fiesta cercana de algún vecino o un crujido en el techo era común escucharlos durante la noche. No sabía si era debido a la hora pero un silencio tenebroso inundó mis oídos. Durante un microsegundo me di cuenta de ello, al momento siguiente descubrí mi rostro, retiré la almohada de mi cara, entorné mis ojos y no vi otra cosa que oscuridad, volví a cerrarlos, aún estaba cansado y los sentía todavía hinchados. Me dormí con miedo y lloré un poco. Antes de dormir vi sus fotografías, algunas donde ambos aparecíamos, felices, sonriendo, en un restaurante, bajo una cascada, en una pirámide, en la playa, otras donde sólo ella estaba, y qué hermosa estaba, su sonrisa me cautivaba y anoche que vi las fotografías recordé todas las sonrisas que me dedicaba, cuando se reía de mis tonterías o de algún chiste que le contaba. Quizá el miedo o alguna pesadilla me habían despertado, porque hace ya tres meses que ella no está conmigo. Estoy pasando por la peor de mis etapas: perdí mi trabajo y a pesar de encontrar uno no es lo que yo acostumbraba, choqué mi coche y además de enfrentar el hecho de tener que moverme en transporte público, actualmente me encuentro en procesos legales por haber dañado a una persona en el proceso, y además de eso, no hay día que no pase sin pensar en ella. El cabello largo hasta la cadera y negro como el carbón, los ojos como dos pozas de un color tan hermoso como el oro negro, profundos y vastos, sus delicadas y pequeñas manos, la bella sensación de sus labios contra los míos, su risa, su voz, el aroma de su perfume, la forma en que me abrazaba, la manera en que su mano se posaba sobre su mentón cuando me escuchaba atentamente, su sonrisa al voltear al cielo nocturno y localizar su estrella favorita. Su recuerdo es lo único que logra ayudarme a sobre llevar los oscuros días por los que paso. Son las cosas bellas acerca de ella las que en estos momentos me hacen sonreír; son breves estos momentos porque cuando me doy cuenta que ya no está conmigo mi depresión crece y cada vez caigo más en el hoyo negro en que me encuentro. ¿Qué estará haciendo ella en estos momentos?, ¿sabrá de mi situación y en algún momento ha pasado por su mente preguntarse también cómo me encuentro? A veces pienso que me ha olvidado, que tres meses son suficientes para olvidar a una persona tanto como permitir que se adentre más en uno mismo y me aterra, me ha dejado en desventaja, me ha olvidado y superado mientras a mí aún me tiene atado. Quizá ya encontró a alguien con quien compartir su vida, quizá me dejó por eso. He intentado inútilmente seguir sus pasos, cambió de trabajo, ahora vive en algún suburbio lejos de la ciudad, nadie ha sabido darme el paradero de ella, nadie quiere hacerlo, no creen conveniente que siga aferrándome a ella, nuestros amigos en común insisten en que continúe mi vida pero no me dan más explicaciones ni dónde se encuentra o cómo está. Algo me ocultan. Tal vez no quieren que me entere que me ha cambiado por otro, intuyen que no pueda sobre llevar el hecho, supongo. Pero quizá tengan razón, puede que lo mejor para mí sea que supere nuestra relación y continúe con mi vida, que muchos problemas tengo actualmente como para deprimirme más con la ausencia de ella que nada me servirá para conseguir los ánimos y salir adelante. El hecho es que no es nada sencillo, no puedo dejar de pensar en ella, en lo bueno, en cómo me dejó, no puedo dejar de incriminarla, juzgarla y cuestionarla en mi mente por haberme dejado. ¿Qué hice?, ¿la lastimé, herí?, por más que intento ver un motivo para haber hecho lo que hizo, no logro dar con él.

No pude dormir esa noche, la única solución que ideé para despejar mi mente y ayudarme a ganar un poco de sueño a través del cansancio fue salir a caminar. A las tres y media de la madrugada salí de mi departamento y caminé sin rumbo. No dejé de pensar en ella. Poco me importaba en esos momentos mis problemas económicos y legales, vivía en un trance, como si me encontrara en modo automático y me hayan succionado todos mis sentimientos. Las lágrimas estaban reservadas para ella, los porqué eran para preguntarme constantemente qué había sucedido entre nosotros y ante todo temía que ella me hubiera olvidado. No escuchaba realmente a nadie, si en sus palabras no incluían su nombre, poca importancia tenía para mí lo que dijeran. No podía sacarla de mi mente, y lo peor es que no quería. Caminé por horas, amaneció sin darme cuenta, no tenía idea dónde me encontraba, cuando mis ojos entornaron solamente vi una calle poco transitada, el sol llevaba horas iluminando y a juzgar por su posición debían ser las ocho de la mañana, estaba de pie en la acera de un parque, los edificios alrededor se observaban monótonos pero sin duda había llegado a una zona tranquila en un barrio de media clase. No supe donde me encontraba, jamás había estado en este lugar, debí estar muy concentrado en mis pensamientos que no me percaté que había salido de la ciudad. Percibí una banca bajo la sombra de un árbol a lo lejos. Me di cuenta de lo cansado que me encontraba y de lo frío que estaba mi cuerpo. Fui directo a sentarme, a tranquilizarme y a pensar en todo lo que había llegado a ver inconscientemente a mi alrededor, recordar de qué forma había llegado a este lugar y pensar cómo regresar. De nuevo me sumí en mis pensamientos, me desconecté del entorno que al principio no vi que alguien se acercaba. Se sentó a mi lado y solo entonces me llegó el olor de un perfume conocido, vi unas piernas a las que estaba acostumbrado a observar, levanté la mirada y su rostro ahí estaba, sus ojos negros, su cara afilada, el cabello negro ahora recortado hasta la altura de los hombros, los labios que tanto ansiaba. Tres meses habían pasado pero la seguía viendo como lo hacía en mi mente. Ya no imaginaria, ahora real y a mi lado sentada. Su mirada inquisitiva me observaba y al observar cada partícula de su piel y de su ser mi cuerpo no pudo hacer otra cosa que sonreír mientras dos finas lágrimas caían sobre mi mejilla. Mi destino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario