Atazagorafobia
Estaba bajo la almohada, pero a
pesar de todo eran las 3 de la madrugada. No sé precisamente por qué he
despertado, ningún ruido se escuchaba alrededor. Con mi desconcierto y mi mente
aún en los sueños me percaté que extrañamente no había un solo sonido en el
ambiente, usualmente la bomba del agua, alguna gota en el lavabo, alguna fiesta
cercana de algún vecino o un crujido en el techo era común escucharlos durante
la noche. No sabía si era debido a la hora pero un silencio tenebroso inundó
mis oídos. Durante un microsegundo me di cuenta de ello, al momento siguiente
descubrí mi rostro, retiré la almohada de mi cara, entorné mis ojos y no vi
otra cosa que oscuridad, volví a cerrarlos, aún estaba cansado y los sentía
todavía hinchados. Me dormí con miedo y lloré un poco. Antes de dormir vi sus
fotografías, algunas donde ambos aparecíamos, felices, sonriendo, en un
restaurante, bajo una cascada, en una pirámide, en la playa, otras donde sólo
ella estaba, y qué hermosa estaba, su sonrisa me cautivaba y anoche que vi las
fotografías recordé todas las sonrisas que me dedicaba, cuando se reía de mis
tonterías o de algún chiste que le contaba. Quizá el miedo o alguna pesadilla
me habían despertado, porque hace ya tres meses que ella no está conmigo. Estoy
pasando por la peor de mis etapas: perdí mi trabajo y a pesar de encontrar uno
no es lo que yo acostumbraba, choqué mi coche y además de enfrentar el hecho de
tener que moverme en transporte público, actualmente me encuentro en procesos
legales por haber dañado a una persona en el proceso, y además de eso, no hay
día que no pase sin pensar en ella. El cabello largo hasta la cadera y negro
como el carbón, los ojos como dos pozas de un color tan hermoso como el oro
negro, profundos y vastos, sus delicadas y pequeñas manos, la bella sensación
de sus labios contra los míos, su risa, su voz, el aroma de su perfume, la
forma en que me abrazaba, la manera en que su mano se posaba sobre su mentón
cuando me escuchaba atentamente, su sonrisa al voltear al cielo nocturno y
localizar su estrella favorita. Su recuerdo es lo único que logra ayudarme a
sobre llevar los oscuros días por los que paso. Son las cosas bellas acerca de
ella las que en estos momentos me hacen sonreír; son breves estos momentos
porque cuando me doy cuenta que ya no está conmigo mi depresión crece y cada
vez caigo más en el hoyo negro en que me encuentro. ¿Qué estará haciendo ella
en estos momentos?, ¿sabrá de mi situación y en algún momento ha pasado por su
mente preguntarse también cómo me encuentro? A veces pienso que me ha olvidado,
que tres meses son suficientes para olvidar a una persona tanto como permitir
que se adentre más en uno mismo y me aterra, me ha dejado en desventaja, me ha
olvidado y superado mientras a mí aún me tiene atado. Quizá ya encontró a
alguien con quien compartir su vida, quizá me dejó por eso. He intentado
inútilmente seguir sus pasos, cambió de trabajo, ahora vive en algún suburbio lejos
de la ciudad, nadie ha sabido darme el paradero de ella, nadie quiere hacerlo,
no creen conveniente que siga aferrándome a ella, nuestros amigos en común
insisten en que continúe mi vida pero no me dan más explicaciones ni dónde se
encuentra o cómo está. Algo me ocultan. Tal vez no quieren que me entere que me
ha cambiado por otro, intuyen que no pueda sobre llevar el hecho, supongo. Pero
quizá tengan razón, puede que lo mejor para mí sea que supere nuestra relación
y continúe con mi vida, que muchos problemas tengo actualmente como para
deprimirme más con la ausencia de ella que nada me servirá para conseguir los
ánimos y salir adelante. El hecho es que no es nada sencillo, no puedo dejar de
pensar en ella, en lo bueno, en cómo me dejó, no puedo dejar de incriminarla, juzgarla
y cuestionarla en mi mente por haberme dejado. ¿Qué hice?, ¿la lastimé, herí?,
por más que intento ver un motivo para haber hecho lo que hizo, no logro dar
con él.
No pude dormir esa noche, la
única solución que ideé para despejar mi mente y ayudarme a ganar un poco de
sueño a través del cansancio fue salir a caminar. A las tres y media de la
madrugada salí de mi departamento y caminé sin rumbo. No dejé de pensar en
ella. Poco me importaba en esos momentos mis problemas económicos y legales,
vivía en un trance, como si me encontrara en modo automático y me hayan
succionado todos mis sentimientos. Las lágrimas estaban reservadas para ella,
los porqué eran para preguntarme
constantemente qué había sucedido entre nosotros y ante todo temía que ella me
hubiera olvidado. No escuchaba realmente a nadie, si en sus palabras no
incluían su nombre, poca importancia tenía para mí lo que dijeran. No podía
sacarla de mi mente, y lo peor es que no quería. Caminé por horas, amaneció sin
darme cuenta, no tenía idea dónde me encontraba, cuando mis ojos entornaron solamente
vi una calle poco transitada, el sol llevaba horas iluminando y a juzgar por su
posición debían ser las ocho de la mañana, estaba de pie en la acera de un
parque, los edificios alrededor se observaban monótonos pero sin duda había
llegado a una zona tranquila en un barrio de media clase. No supe donde me
encontraba, jamás había estado en este lugar, debí estar muy concentrado en mis
pensamientos que no me percaté que había salido de la ciudad. Percibí una banca
bajo la sombra de un árbol a lo lejos. Me di cuenta de lo cansado que me
encontraba y de lo frío que estaba mi cuerpo. Fui directo a sentarme, a
tranquilizarme y a pensar en todo lo que había llegado a ver inconscientemente
a mi alrededor, recordar de qué forma había llegado a este lugar y pensar cómo
regresar. De nuevo me sumí en mis pensamientos, me desconecté del entorno que
al principio no vi que alguien se acercaba. Se sentó a mi lado y solo entonces me
llegó el olor de un perfume conocido, vi unas piernas a las que estaba
acostumbrado a observar, levanté la mirada y su rostro ahí estaba, sus ojos
negros, su cara afilada, el cabello negro ahora recortado hasta la altura de
los hombros, los labios que tanto ansiaba. Tres meses habían pasado pero la
seguía viendo como lo hacía en mi mente. Ya no imaginaria, ahora real y a mi
lado sentada. Su mirada inquisitiva me observaba y al observar cada partícula
de su piel y de su ser mi cuerpo no pudo hacer otra cosa que sonreír mientras
dos finas lágrimas caían sobre mi mejilla. Mi destino.
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