09 de enero de 2017
El día de hoy solamente quiero
reafirmar que amanecí de muy excelente humor (cosa que de todas maneras suele
ser así; que esté en constante depresión no quiere decir que tenga que
reflejarlo al exterior), tras haber descansado y hacer todo lo que me gusta en
el fin de semana para así comenzar con mucha actitud el día y la semana. Dormí
lo suficiente, me pasé cinco horas en la cocina para hacer mi comida de la
semana, de la cual estoy orgulloso y muy satisfecho por los resultados, avancé
mucho en la lectura de Tokio Blues de
Murakami, mi segundo libro del año, jugué al Metroid durante varias horas desde
el viernes y pude acudir al cine a ver Assasins
creed, algo que quería hacer desde el comienzo de la semana (no
específicamente ver Assasins Creed,
sino ir al cine). A esto en especial hay un apartado que quisiera dedicar, un
hecho que me sucedió el día de hoy y que posteriormente contaré. Después de
haber despertado el día de hoy lo hice con cierto júbilo especialmente debido a
la comida de esta semana, la cual estaba ya ansioso porque sucediera el momento
y probar todo lo que hice. El frío que se sentía en el ambiente al salir, del
cual ya me había prevenido, fue incluso algo que no minimizó mis altas
expectativas sobre el día, es más, los 3° que marcaba el termómetro y la
sensación térmica de 0° ni siquiera se sentían en el ambiente y nada tenía que
ver con los abrigos extra que había llevado, el frío no llegaba a molestar. Hoy
por cierto, me había arreglado bien para ir a trabajar, es en los lunes cuando
me gusta ir más presentable, para aminorar así el triste comienzo de una nueva
semana tras un fin de semana que siempre resulta insuficiente; hoy fue con
especial esmero debido a lo bien que me sentía, planché mi camisa y me puse mis
mejores pantalones, una sudadera encima, mi chaleco y bufanda para aguantar el
frío y mis guantes para no sufrir. Durante el camino continué leyendo el libro
y sorpresivamente reía cada una de las gracias que Midori realizaba, ante esto
me sorprendí de lo especial que estaba resultando este libro, porque
anteriormente me he puesto a pensar profundamente y aunque en muchos libros ha
habido sucesos que me hacen reír o sonreír, pocos son con los que realmente me
divierto y este libro lo he estado disfrutando mucho, sobre todo con los personajes
Reikko y Midori que salen completamente de contexto ante cualquier dialogo que
realicen. Reía en silencio camino al trabajo y al bajar y llegar a la caseta
una sonrisa extraña surcaba por mi rostro. No es que no sonría en el trabajo,
realmente río, bromeo y platico mucho, no lo paso mal, pero este día,
excepcionalmente me sentía aún muy dichoso. Diana también se sentía así,
entramos en actitud e incluso la calistenia fue de mucho provecho, nos ayudó a
quitarnos el leve frío que sentíamos a esas horas de la mañana. El día comenzó
a transcurrir rápido, a pesar de las problemáticas que han acogido a la obra
últimamente, al parecer durante esta semana comenzaríamos con todo el ánimo así
que los encargados comenzaron a dictar actividades a los diferentes frentes y
todos fueron a sus puestos. Comí mi almuerzo y seguidamente fui al área de
trabajo como todos los días, acompañado de Diana. Me agrada ir al sitio con
ella, muchas veces me hace reír al punto de hacerme doler la espalda y en
general me agrada mucho su compañía, a veces cerrada en ciertos aspectos, pero
casi con la misma personalidad con la que cuento. Fuimos a donde se encontraba
uno de los contratistas del proyecto, con el cual nos llevamos muy bien y para
matar el tiempo, una cosa llevó a la otra y el contratista nos terminó
psicoanalizando a través de nuestra forma de escribir y un árbol que nos hizo
dibujar. Tras el análisis de la caligrafía resulté ser una persona con una
autoestima alta pero un tanto insegura. La prueba del árbol consistía precisamente
en dibujar uno, tras lo cual determinó que por la forma en que dibujé el suelo
indica que soy muy consciente de mis orígenes pero no dependo de ello y no
estoy muy ligado para mi crecimiento; el tronco, ni delgado ni grueso, indica
tener una personalidad fuerte pero no excepcional; la forma de las
ramificaciones del árbol me decían que soy una persona simple, sin
complicaciones; el follaje determinó que soy una persona que gusta de muchas
cosas en la vida pero de tantas cosas que quiero, poco sé administrar y tiendo
al caos tras no terminar algunas de todas esas cosas, pero es un hecho que
disfruto de tener un amplio catálogo al cual dedicarme; me sorprendió un poco
cómo este análisis podía resultar al dibujar un árbol, me recordó un ejercicio
parecido que me realizaron en el servicio social en el cual la forma de una
cabaña en el bosque, las características de la cocina dentro de la cabaña, el
material de una taza que se encontraba fuera al salir al patio y las
propiedades de un cubo que se encontraba en el bosque determinaban igual
ciertos aspectos de mi personalidad, así como un ejercicio que Briana alguna
vez realizó a nosotros al pedirnos pensar en cuatro animales, no recuerdo
exactamente cuál era la resolución pero algo tenía que ver con que el primero
era en lo que tú te idealizabas, el segundo en cómo te veía la gente, el
tercero cómo eres realmente y así sucesivamente. Del ejercicio de este
contratista dudé al no tener fuentes base pero sí me sorprendió que en un 90%
acertó al analizarme. Me vinieron a la mente rápidamente las actividades que
había realizado el fin de semana y la leve frustración de tener poco tiempo y
tener que administrarlo en leer, cocinar, jugar videojuegos y tener también
suficiente tiempo para descansar. Como sea, estar ahí con él nos relajó un poco,
con muchas risas incluidas, y nos dimos cuenta que casi era ya mediodía, así
que decidimos regresar a la caseta. La hora de la comida llegó y por fin
disfruté de mi manjar, dejando de lado las faltas de modestia, la comida me
quedó muy rica. Mientras comía disfruté de una serie como cada día (el fin de
semana acabé la memorable temporada de Black
Mirror, de la cual quedé muy satisfecho). Después de ello el día no ha
cambiado mucho, ha avanzado muy rápido y aunque han ocurrido algunos
contratiempos, ya algo común en la obra, mi ánimo no ha decaído para nada. Me
siento como no me he sentido en varios días o semanas y por ello quise
remembrarlo en este texto, dejar una evidencia que no todo es tristeza,
depresión, nostalgia e incertidumbre. Aún hay días que son capaces de
recordarme por qué aún debo seguir luchando por lo que quiero, y que a pesar de
lo que emocionalmente me sucede, no dejo ni dejaré de hacer lo que me gusta y
que ello constantemente me da motivos para tener satisfacción y júbilo de mí
mismo; risas y llantos todos los días habrá, pero con los que quiero quedarme
es con todos esos buenos momentos por los que vale la pena vivir la vida.
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