Hola,
He vuelto.
Más bien, nunca me he ido. Siempre he estado
aquí, pero: ¿existe el “siempre”? ¿El nunca? No lo sé, pero puedo decirte que
tal vez no he estado contigo presencialmente, pero sí ahí. Ha pasado poco más de un mes desde mi última carta que te
envié, esta no será así, me la quedaré. ¿Para qué?, no lo sé, no debería haber
un motivo por el cual deba estar redactando esto, o tal vez sí: aún te amo. Te extraño, es difícil o más
bien incómodo estar escribiendo esto cuando tal vez no pienses más en mí, ambos
tenemos vidas ya distintas, tal vez vayamos al mismo rumbo (obviando claro el
hecho que ambos moriremos), pero tal vez nuestros caminos ya no puedan
cruzarse. Esta carta es como una prueba de la esperanza que aún vive en mi
corazón, esa que anhela que por fin pueda tener una vida junto a ti, como yo
lo soñé cuando lo estábamos. Te fuiste y las cosas cambiaron un poco, siempre
hubo diferencias, disgustos y malos momentos, pero ha sido más el amor que
había hacia ti y olvidaba con tu presencia todo ello, anulabas mi impaciencia,
mi ansiedad, mi desesperación. Hoy regreso a ti. Y no me quiero ir, espero que
me dejes estar, a la sombra de ti, en tu regazo admirándote nuevamente,
poseyendo en mi ser nuevamente el temple de enamorarte, que te quedes conmigo. No
me abandones que por ti nuevamente suspiro. ¿Qué es este roto corazón sin tu
presencia? Ya he aprendido a vivir sin ti, pero mi corazón aún me pide
aferrarme a ti aunque le duela saber que el tuyo al mío ya no lo necesitas. No
nos importa. Déjanos amarte hasta el fin de nuestros días, hasta que se me agote
la vida, al corazón los latidos y a mi mente los pensamientos. Un perdón no es
suficiente tras estas frías semanas de mi ausencia, pero espero me libres de la
culpa que cargo a cuestas. Total, ¿quién soy yo para tus días? La sombra que
siempre estuvo tras de ti ha vuelto esta vez para no irse, esta vez más oscura
que antes. Amándote. Queriéndote. Deseándote.
No hay comentarios:
Publicar un comentario