24 de noviembre de 2016
Dentro de mi muy desquiciada
mente existe un recoveco (que ciertamente ocupa gran parte de mis pensamientos)
dedicado especialmente a mi yo imaginario. Aún cuento con una personalidad
alterna con la que usualmente, cuando estoy completamente a solas y creo que
nadie me está viendo o escuchando, mi amigo imaginario. Más que mi amigo
imaginario es mi personalidad alterna que solamente yo conozco, mi conciencia
en físico. No sabría explicar, ni mi otro yo tampoco, cómo funciona esta doble
personalidad consciente en mí, ya que mi conciencia propiamente no es dado que
yo mismo creo esas mismas situaciones, pláticas y debates en los que yo sé por
mí mismo los pros y contras, lo bueno y malo de un hecho. No es una
subconsciencia que implícitamente me responde, es mi propio criterio y
pensamiento el que constantemente se enfrenta a sí mismo. Porque ese es el
principal objetivo de mi yo alterno, contradecirme y debatirme o apoyarme y
solidarizarse. Muchas de todas aquéllas pláticas que mantengo conmigo mismo, o
más bien con mi yo alterno (ya que no le he –no se ha- autonombrado de alguna
manera), son dentro de mi propio idioma. Mi mente desquiciada en la profundidad
de mi ser guarda un lenguaje único en el que sólo yo (y en este caso mi yo
alterno también) conozco el significado y su interpretación, el cual prefiero
guardarme aún para mí mismo debido a la complejidad del hecho de explicarlo
incluso a través de este medio. Este ente imaginario que es parte de mí mismo y
mis pensamiento lo defino (y se define a sí mismo) como la persona homosexual y
desinhibida que externamente debería yo ser. Es mi parte más desquiciada y también
es irónicamente la más libre. Es como quiere ser, actúa como quiere y piensa
como quiere. No está sujeta a los estándares morales y éticos de la sociedad.
Sin embargo, está aprisionada por mi personalidad externa, la cual está encerrada por estos mismos estándares sociales. Cuando estoy conmigo mismo
comparto parte de esa libertad y locura porque puedo pensar y decir lo que
usualmente me guardo para mí mismo cuando estoy en medio del bullicio de la
gente. Soy ese homosexual que quisiera ser por fuera. En mi mente camino como
mujer, moviendo las caderas, una pierna delante de la otra caminando con
elegancia y porte, con cada paso un zapateo a tacón atrayendo con su eco la
mirada y atención de quienes están en mi trayecto. Muevo las manos con
parsimonia, de forma amanerada, saludando, haciendo señas y pretendiendo
nuevamente atraer la atención de las personas. Mi voz, como puede pensarse, es
feminizada, con expresiones vistas en cualquier mujer pretendiendo ser de la
clase alta pero tal vez cayendo en la naquez, marcado en lo despectivo, también
amanerada, de diferentes tonos agudos. La opinión usualmente es crítica y
muchas veces etiquetadora, sobre todo con todo lo que aparenta ser homosexual.
No puedo y no quiero sacarla de
mi cabeza, es una personalidad imaginada y pensada que vuelve a cada tanto,
cuando me encuentro sólo mi subconsciente la libera e inmediatamente mis
pensamientos se externalizan logrando que cada situación se homosexualice:
manejar, hacer las compras en el súper, caminar por el boulevard hacia
cualquier lugar. Por la misma razón en lugares como el trabajo, un restaurante,
el cine o donde se encuentre el bullicio en pleno de la gente es cuando se
arrincona esta otra personalidad que es meramente extrovertida. Sacarla sería
quitarme ese lado mío extrovertido e irreverente, mi lado más divertido y que
guardo exclusivamente para mí mismo y mi disfrute. Me divierto con mi otro yo,
en mi mente es mi mismo cuerpo físico pero con diferente personalidad
solamente, la persona que dentro de la sociedad homosexual me gustaría
ironizar: la putería, la feminidad, la irreverencia, lo sexual de cada
situación, la extroversión y la burla a la sociedad en general. Es mi personaje
sátiro propio, platicar con él me libera de tensiones que cuando estoy paralizado
mentalmente me ayuda a relajarme y ver la vida de una forma más relajada y como
realmente por mi mente creo que es, con una burla sexual incluida. Pero es sólo
mío, y esta es la primera vez que escribo acerca de ello, más bien, ambos estamos
escribiendo de ello, porque sí, también está aquí conmigo escribiendo esto,
burlándose de él y de nosotros mismos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario