lunes, 28 de noviembre de 2016

28 de noviembre de 2016

28 de noviembre de 2016
El conocimiento es una gran virtud. Pero también una gran desgracia.     
El conocimiento elimina la ignorancia, pero a veces se pagan precios muy altos por el conocimiento, se paga un precio muy alto por evitar la ignorancia. A mí no me gusta ser una persona ignorante. Mientras más conocimiento tenga, más satisfecho mi ser. Me gusta enterarme de cosas, puede que inútiles, pero si no las sé me frustro. Más en cuestión de personas con las que tuve una conexión muy cercana. Estoy hablando específicamente de Miguel Abreu y Gustavo Moreno. Mis anteriores relaciones. Hace días comentaba con Rulo lo difícil que es desapegarme de una persona a la cual tuve un vínculo muy fuerte, es muy difícil dejar de pensar en personas como ellos, preguntándome qué estarán haciendo, qué pensarán en ese momento, si pensarán (mi lago egocentrista me lo permite) en mi persona. En un mundo donde la información se da al momento y se tienen muchos medios para conseguirla, es fácil que personas como yo caigamos en ese tipo de redes de apego y obsesión. Ya sea el perfil de Facebook, el de Instagram, los tweets más recientes, los likes, seguidores y demás son redes e información que suelo consultar para saber más de estas personas, sobre todo cuando están ausentes. Fue así como le confesé a Rulo de un secreto que yo guardaba para con él: yo a él ya lo había visto alguna vez, antes que él me comenzara a seguir en mi perfil de Instagram y yo a él. Es curioso cómo se enlazan los caminos, cómo una persona puede resultar ser la conexión entre tus vidas pasadas. Rulo es, sin más preámbulos, mi conexión a Miguel y Gustavo. Del primero no me di cuenta hasta que me vi la solicitud de amistad en mi perfil de Facebook, resultó que es amigo en común de dos de las mejores amistades de Miguel, y aunque la conexión no es tan disparatada (sobre todo ellos viviendo en la ciudad de México y dentro de un sector aunque no reducido sí específico como lo es la comunidad homosexual), sí llamó mi atención que fuera él una liga a mi vida con Miguel, amigo de amigos de él, con los cuales yo llegué a interactuar. La otra conexión fue la más sorpresiva para mí, como he comentado ya, a Rulo ya lo he visto anteriormente, pero también debo recalcar que en cuanto a buscar información o datos sobre personas cuando me lo propongo, lo encuentro. Antes que Gustavo me dejara me había comentado sobre una posible relación abierta, esto con el fin de conocer más gente sin dejar de ser novios; después de ello me comentó el deseo de conocer en persona a alguien con el que había estado platicando últimamente, esta persona era de la ciudad de México y ya planeaba visitarlo para inicios de septiembre. Hasta entonces todo parecía ser una revelación inocente aunque también un poco inquietante. ¿Por qué la propuesta y por qué el dato de querer conocer a alguien? Como sea no me pareció del todo inquietante. Cuando semanas después sucedió el rompimiento y Gustavo viajó a la ciudad de México a verse con esta persona, yo por fin lo conocí. No tuve ataques de celos como los tenía cuando tenía la sensación de que Miguel me estaba engañando (ya sea Francisco u otros allegados), ya lo había meditado con premura y había llegado a la conclusión que (aunque sea una revelación muy fría) el rompimiento me quitó de encima la carga que llevé un par de meses atrás, al darme cuenta que era Miguel la persona ideal para mí. Cuando los vi si sentí incertidumbre y me pregunté constantemente cómo fue que se dieron las cosas, nuestro rompimiento y su unión. No le di muchas vueltas en mi cabeza pero sí me dediqué a investigar todo sobre él. Irving, Paxxi, Ir Ping Ping Ping, Banda Yeah, su nombre y sus sobre nombres los obtuve (tampoco es que sea una tarea demasiado complicada, realmente) así como parte de su vida. Resultó ser una personalidad más compatible con Gustavo que lo que yo alguna vez lo fui, al menos a Gustavo le atraía mucho que la gente tuviera gustos parecidos a los suyos, que nuestros gustos no fueran compatibles al principio no fue un impedimento u obstáculo pero a la larga comenzaron a ser una espinilla molesta en ambos polos. A Irving le gusta también la música, los vinilos, los videojuegos, los cómics, los conciertos, las fiestas, el rock, lo alternativo, la cerveza, la comida, las drogas (?). Suena tan común y muy normal (yo pensé lo mismo en algún momento de amargura) pero en realidad son gustos muy puntuales que sumados al tipo de persona de la que gusta mi más reciente ex novio, gordos, barbones, peludos, él era la partida perfecta. La única incoherencia era que el factor distancia seguía estando presente, él se encontraba aún más lejos de lo que yo estaba en ese entonces, ¿por qué le atraía una persona ajena que estaba más lejos todavía que yo?, ¿le ponía atención, más de la que yo le dedicaba?, era obvio que eso era lo que pedía, me lo dijo muchas veces, pero de tenerle detalles a estar al pendiente 150% de su presencia era un trecho muy largo que yo no quería cruzar con él. Como sea, lo investigué todo, y sigo en proceso. Entonces, ¿dónde entra Rulo aquí?, pues resulta que lo había llegado a ver en fotografías de Irving, en restaurantes, jugando videojuegos, juegos de mesa, saliendo a pasear, Rulo ahí estaba ocasionalmente. Cuando me agregó no pude evitar pensar que podía él llegar a ser un espía de Irving y Gustavo. Todo parecía posible, por ello no revelaba información valiosa que pudiera caer en manos de Gustavo con fines maliciosos. No es que ocultara algo realmente, pero debido a la falta de confianza que había surgido era preferible mantener mi distancia, sobre todo después de la negativa que Gustavo me dio a la invitación a cenar un día antes de mudarme nuevamente. Con el tiempo Rulo resultó no ser quien yo creía, sin embargo rápidamente se encariñó conmigo, pensamiento ante el cual tengo planeado escribir su propio apartado.

El conocimiento como un arma de doble filo ya lo he probado variadas veces, en el ámbito de las vidas amorosas, con Miguel probé el sabor amargo del conocimiento, con Gustavo no tanto pero también probé sus desdichas. A mí no me gusta la idea de no saber un detalle, si puedo investigarlo, aunque me duela no descanso hasta dar con la conclusión, porque es mucho peor vivir en la ignorancia. La verdad siempre es lo que más valor tiene.

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