miércoles, 1 de marzo de 2017

01 de marzo de 2017

01 de marzo de 2017

Hace una semana que no publico en el blog y pocos días más que no escribo nada. La verdad es que estoy perdiendo la magia, se me está pasando la ilusión de estar detrás de la pantalla contando sobre mí, pero sobre todo, ya no tengo la necesidad de estar haciéndolo, porque esto se había convertido en mi escape de la realidad, mostrar de una forma cómo funciona mi cabeza y cómo veo la vida, y trasladar a las letras mis sentimientos y emociones. Además, no estoy haciendo nada nuevo últimamente, incluso podría decir que estoy haciendo menos de lo normal, ya no leo, al igual que escribir, perdí la ilusión y se me pasó la novedad de leer página tras página. No quiere decir que lo vaya a dejar, la inspiración para leer y escribir volverá, pero puede ser en semanas o meses más adelante. Hace un par de semanas terminé mi primer dibujo en acuarela después de más de 7 años de no practicarlo, y quedé muy satisfecho con el resultado, pero para iniciar nuevos proyectos se necesitan horas de atención tras el papel y el color, algo que no obtengo al menos entre semana, lo cual hace que mi inspiración y ánimos decaigan, por lo que también llevo dos semanas que no toco mi material de dibujo. La serie de Los caballeros del zodiaco la dejé pendiente, habiendo terminado la saga de las doce casas, que era realmente mi prioridad, ya no me atrae mucho la continuación. En su lugar comencé la semana pasada a ver nuevamente la serie Alguien más, todo porque llevo más de dos semanas con la canción de inicio Qué nos va a pasar, y un domingo por la tarde después de escucharla dije “¿por qué no?”. Contándoselo a mis amigos definió mi etapa como una definitiva caída en depresión. Muy curioso, ver la serie después de haber vivido ciertas circunstancias, de pronto la veo con otros ojos, pero ciertamente sí, la hago con algo de recelo, nostalgia, tristeza y con el afán de identificarme nuevamente con los personajes. Verla me hace regresar al pasado, recordar los momentos con maravillosas personas que viví e hizo enfocarme un poco en lo bello que fueron los momentos porque no había un mañana, no pensaba que las cosas acabarían de alguna u otra forma, vivía el momento (de cierta manera). Todo ello me llevo a querer consolidar mi nostalgia abriendo el domingo pasado las presentaciones que hice en su momento para Gustavo y para Miguel. Tenía días que deseaba hacerlo, detener mi tiempo por una hora para dedicarlo a ver las presentaciones y recordar en imágenes los bellos momentos que viví con ambos y recordar el motivo por el que hice ambos proyectos, en su individual caso, horas de dedicación para cada diapositiva, cada foto, cada canción. Verlas fue un gran alivio. Primero vi la de Gustavo, un poco menos elaborada que la de Miguel, pero no por ello menos importante, cada foto tenía una historia detrás: restaurantes, museos, paisajes, ciudades de fondo, risas, besos, amaneceres y anocheceres; las canciones mientras se reproducía y las fotografías mientras pasaban transportaron un par de sonrisas a mi rostro. Pero no fue hasta que vi la presentación hice para Miguel que mis lágrimas brotaron acompañadas igualmente de unas cuantas sonrisas, me pregunté qué estarían haciendo los dos en esos momentos, no tan literal porque de por medio sabía que Miguel estaría aun durmiendo, pero me intrigaba mucho saber sus posiciones en la vida y qué planes tenían, qué tramaban, ver la presentación para Miguel me hizo preguntarme igualmente si así como yo, en algún momento les habrá dado curiosidad por ver nuevamente ese detalle que hice por ellos, si acaso la vieron y lágrimas o sonrisas improvisadas se dibujaron en sus rostros al recordarme. Se me antoja muy atractivo imaginarlos en sus casas, detrás de la computadora viendo lo que hice por ellos tiempo atrás, porque al menos desde mi perspectiva, son esa clase de detalles que dejan a uno marcado, que por más que sucediese en el pasado, siempre sería lindo volver un momento hacia atrás y tener esa bonita sensación de nostalgia. Esa noche dormí contento, feliz. Les entregué a ambos una importante parte de mí y me tengan o no en su corazón aún (no lo sé), creo haber dejado mi pequeña huella y con eso, sólo con eso me bastaría para ser plenamente feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario