martes, 14 de febrero de 2017

13 de febrero de 2017

13 de febrero de 2017
Todos queremos a alguien

El día de ayer, como parte de esas cosas que el destino y la coincidencia pone en mi camino, acabé viendo una película de la cual no tenía muchas expectativas pero terminó siendo entrañable y con la que me identifiqué mucho, claro, todo dentro de mi pequeño universo. El día de ayer fue de descanso, no fue una semana desgastante pero los descansos en casa siempre son necesarios. Por la mañana comencé la tercera parte de la trilogía de Metroid: Metroid Prime 3 – Corruption, el cual ya había jugado anteriormente pero no terminé debido a fallas en el disco. Después de poco más de una hora (suele ser mi límite frente a la pantalla) dejé el juego e hice los labores del hogar que no había hecho en más de tres semanas. Sólo me enfoqué en mi habitación, había muchas cosas que no estaban en su lugar o estaban desordenadas, barrí, guardé ropa que el día anterior había lavado, acomodé sábanas y quité polvo de todos lados. Al acabar tomé un baño y me preparé para salir. Ya fuera anduve rancheando, andando por aquí y por allá en la ciudad, lugares que no había conocido hasta entonces, meramente zonas y calles por las que no había transitado, tomé algunas fotos de flores y fuentes dentro de algunas casas que me parecieron preciosos. Después llegué a mi destino, la única plaza (decente) de la ciudad era mi objetivo, ahí tenía planeado ir al cine y comer, esto último podía ser mientras veía la película porque realmente no sabía qué estaban exhibiendo y menos los horarios. Cincuenta sombras de Grey, Lego Batman, El Aro, La la land no me llamaron la atención, después de analizarlo un poco terminé por destacar Todos queremos a alguien, que pintaba ser una comedia mexicana al estilo de Nosotros los nobles gracias a que tenía en su portada a Karla Souza como protagonista, la Martha Higareda de nuestra época. No estoy menospreciando para nada Nosotros los nobles, la película me gustó y aunque no sea del todo mi agrado el nuevo enfoque del cine mexicano debido a que se valen del extranjero (más específicamente, Estados Unidos) para atraer espectadores, otros ejemplos: No se aceptan devoluciones, Me estás matando Susana, demás proyectos de Karla Souza, entre otros. Mi primer pensamiento fue que sería otra producción pseudo-hollywoodense pero entretenida, no la destacaría en otras circunstancias y sólo no acudiría a verla, pero comparándola con Cincuenta, El aro o Lego, churros, secuelas y sobre todo, opciones absurdas terminé por decidirme por Todos queremos a alguien. Había leído reseñas de La la, pero la verdad no estaba con ánimos de verla. Como sea, los horarios definirían cuál sería la función más próxima así que todo no estaba decidido. Todo se ajustó para que terminara viendo Todos queremos, que había comenzado cinco minutos antes, no tenía problemas con ello. Entré a la sala con la función que ya había comenzado y rápidamente me di cuenta que no me había equivocado, la película era una comedia y en esencia era un poco más de lo mismo que ya se ha visto últimamente en el cine mexicano, pero también me di cuenta que estaba viendo muchos temas que son muy familiares para mí. La historia fue la siguiente: Clara, una doctora ginecóloga que reside en Los Ángeles se prepara para la boda de sus padres (que al fin deciden casarse después de cuarenta años de relación) invita a un residente del hospital, Asher, para que la acompañe sin algún compromiso. En la boda se encuentra inesperadamente con su ex novio Daniel, a quien no veía desde hacía diez años tras su fuga sin aviso, razón por la cual la dejó marcada y difícilmente decide ella comenzar una relación por los miedos y fantasmas que le dejó Daniel. Diez años tras su ausencia ella lo ve y cuando cree que lo ha superado y ha madurado lo suficiente para no seguir queriéndolo, esa misma noche se derrumba y llora desconsoladamente. A raíz de ello pretende comenzar a utilizar a Asher como escudo y no caer rendida a los pies de Daniel, pero a la vez que inconscientemente empieza a encariñarse con Asher tampoco puede soltar del todo a Daniel y comienza a tener serios conflictos emocionales porque aún le carcomen los “porqués” tras la partida de Daniel y se pregunta si de verdad le importa Asher como no quiere admitir. Contra todo pronóstico, la cinta se sumergió en temas profundos sobre lo subjetivo que se convierte el amor para diferentes personas y dejó recalcadas en mi mente (y me imagino que en la de muchos que han vivido estas situaciones) muchas frases de las cuales destaco la siguiente: “Algunas personas nunca se van, pero dejan espacio para que entren otras”, frase que Asher le dice a Clara tras saber su situación con Daniel. Creo que muchos salimos identificados de alguna manera con la película, yo uno entre ellos, que vio la partida de Daniel como una metáfora de la partida de Miguel y mi conflicto emocional al seguir sintiendo por él. Creo que en gran parte de la película me vi en el lugar de Clara, enfrentando el pasado y lidiando con sentimientos y recuerdos de todo lo vivido y con la ligera esperanza en el fondo del corazón que las cosas podrían repetirse o continuarse, pero por otro lado se encuentra la oportunidad de comenzar de nuevo, dar vuelta a la página y hallar en otra persona la posibilidad de cerrar viejos círculos y ser feliz. En el marco de la festividad del amor y la amistad, veo la película y rememoro sentimientos arraigados y tengo aún fresco en la mente una discusión reciente que tuve con dos compañeros de trabajo, hablando específicamente del amor. Los tres teníamos puntos de vista diferente acerca del significado del amor, pero ninguno de nosotros estábamos equivocados, porque llegamos a la conclusión que el amor es tan subjetivo que cada uno tiene su propio significado, cada persona lo vive de diferente manera y para cada uno es nuestra verdad absoluta. Por eso creo que para mí es muy complicado encontrar a alguien con quien se tenga esa compatibilidad absoluta, porque si para mí una parte del amor es la monogamia, para la otra persona puede hacérsele fácil cometer infidelidad y aun así considerar que me ama incondicionalmente porque así son sus principios y su concepto del amor. Mientras que para mí una forma de darle la importancia debida al amor es por medio del matrimonio, para la otra persona puede que sea todo lo contrario. Y con estos ejemplos no quiero decir que encontrar el amor verdadero signifique que yo encuentre lo que busque, porque para la otra persona yo tendría algo que no le parezca y ahí deja de ser un amor perfecto; algo que yo he aprendido y he vivido a través de la experiencia, algo que es mi verdad absoluta y mi significado del amor es que todo ello se trata de ceder. Con Miguel lo aprendí muy bien y con Gustavo lo recalqué aún más, ceder es llegar a un equilibrio entre las diferencias que hay de dos personas, diferencias psicológicas como ideológicas y al final cuando se llegan a comunes acuerdos a través de las vivencias se puede lograr armonía y estabilidad y para mí esa es una parte importante del amor, porque a pesar de soñar con el amor perfecto, soy consciente que es muy complicado encontrarlo y todo amor debe construirse y trabajarse, para mí no hay amor a primera vista, el amor crece o decrece con el tiempo y son estos actos de ceder los que logran el equilibrio y armonía, enamoran y hacen que el amor crezca. Estoy consciente de cualquier posibilidad con cualquier persona, a veces la indicada puede aparecer de pronto o siempre pudo haber estado a mi lado y me conozco tan bien como para saber con quienes puedo lograr una chispa mutua, con quienes abrirme en mente y corazón y con quienes ni siquiera intentarlo. Para quienes me abro, aprendí que no hay garantías para nada, estar en una relación y estar uno o ambos enamorados no implica que será para siempre, porque nadie nos pertenecemos. Un día, sin previo aviso, uno de los dos puede irse.

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