11 de febrero de 2017
Por más que lo pienso no sé cómo
lidiar con ello, la forma más sencilla es que de verdad me deje de importar su
persona, pero es complicado a estas alturas; a pesar que podría decirse que
debido a tanta indiferencia involucrada la cosa sería sencillísima, lo cierto
es que antes que tomar una decisión precipitada, me interesa mucho, o mejor
dicho, me intriga y genera demasiada curiosidad cómo funciona realmente su
mente. A Miguel siempre lo he definido como una persona con la cual comparto
muchísimas cosas, también me he jactado de conocerlo muy bien, aunque no me
atrevería a asegurar que lo conozco mejor o menos que persona alguna en particular,
no puedo comparar ese conocimiento porque no estoy seguro si lo conozco
demasiado bien como yo creo, o por el contrario, efectivamente lo conozco lo
suficiente o mejor de lo que realmente pienso. Mi mayor duda al respecto es
saber si realmente dice siempre lo que piensa, o en su defecto, si dice siempre
la verdad. Yo sé que este tema es demasiado trillado, incluso para mí, siempre
le doy y le doy vueltas a este asunto que hasta a mí ya me crea hastío, no
digamos a Miguel, pero hubo algo siempre en él que no me hacía confiar del todo
en su persona, tras la experiencia vivida fue todavía más difícil confiar
plenamente en él, las precauciones continuaron y continúan aún después de haber
pasado mucho tiempo de lo ocurrido; puede que a final de cuentas sea esto
solamente mi impresión y no algo real, sólo algo creado por mí debido al miedo
a una nueva traición, estar constantemente alerta ante cualquier ofensa y tener
preparada mi debida defensa.
La cosa resulta así: no sé cómo
lidiar con Miguel actualmente. Desconozco si su indiferencia es real o está
actuándola, como precavidamente yo hago. No quiero interrumpir su felicidad,
por algunas fuentes confiables me he enterado lo bien que lleva su relación y
que (como yo en su momento con Gustavo, por lo cual no puedo ni debo culparlo o
recriminarle) hablan ambos del futuro.
Es curioso cómo cambia la forma de ver una acción desde un punto diferente de
perspectiva, es decir: con Gustavo constantemente hablaba del futuro de nosotros, hablando en varias
ocasiones de un por siempre, del cual
yo no sé aún si existe y del cual no estaba seguro con Gustavo si existiría,
esto se lo comentaba incluso a Miguel y claramente me era sencillo hablar de él
porque estaba yo en el puesto del ganador (me gusta usar este término, el cual
ha sido una pequeña constante en mi vida amorosa debido a los triángulos
amorosos que he experimentado), desde donde yo estaba en la posición de “elegir
entre dos personas” que estaban enamoradas de mí, en ese entonces: Gustavo y
Miguel; sé muy bien las ventajas de estar en esa posición porque era consciente
de ello y porque en ocasiones sabía que podía aprovecharlas. No quiero
malinterpretarme, no los usaba para controlar a la gente, nunca llegué a
controlar a Miguel o a Gustavo, porque no se me hacía apropiado y porque soy
muy malo para ser malvado, soy patético, y no es para santificarme y decir que
nunca llegué a hacer algo malo porque sí lo hice, consciente e
inconscientemente. Estar en el puesto del ganador me permitió crear barreras en
ambos, si no quería revelar algo, no tenía por qué hacerlo e inconscientemente era
el dominante ante ambas personas, porque sabía que ambas me querían y para
estar conmigo debían adaptarse a mí. Con Gustavo yo obtuve lo que siempre quise
con Miguel: una relación sólida, por ello hablar del futuro con él, aunque
hubiera muchas dudas al respecto, era sencillo y a final de cuentas era algo
que sí quería ofrecerle, porque le quería y porque obtenía todo lo que quería
en una relación, él me lo ofreció, lo acepté y le fui recíproco; no mentí en
decirle en esas ocasiones que quería estar con él y que me veía en una posible
unión matrimonial. Gustavo sólo tuvo un único defecto del cual me arrepiento
tanto: él no era Miguel. Por más que Gustavo me diera, él me enamoraba y yo quería
seguirle enamorando, por haberme dado tanto, pero sencillamente seguía pensando
en Miguel. ¿Por qué?, porque quería que Miguel fuera Gustavo; Gustavo era el
Miguel que yo soñaba, pero no podían ser ambos tan diferentes. Estando en una
relación con Gustavo y teniendo a Miguel aun pensando en mí, la situación se
tornaba muy cómoda, podría decirse que hasta había una cuestión de autoestima
incluida. Pero después de analizar profundamente el hecho que yo informara a
Miguel que Gustavo era para mí eso que yo buscaba en una relación, que hablábamos
del futuro y que a la vez fuéramos
tan diferentes y no me viera del todo con él, me pregunto ahora: ¿cómo veía él
esta situación mía?, él comentaba siempre lo feliz que estaba por mí, me
felicitaba por los días en que cumplía meses de novios con Gustavo, se
interesaba por lo que sucedía entre nosotros y preguntaba constantemente por
mí, pero, detrás de toda ese regocijo por verme con Gustavo, ¿no escondía una
sombra de envidia o celos por estar yo con otra persona y que gracias a mi
perspectiva supiera que esa persona me estaba ofreciendo más de lo que él podía?
Miguel seguramente no lo admitiría si fuera cierto (y es una de las cosas que
me intrigan de él). Porque ahora estoy yo del otro lado. Ahora él es que está a
punto de cumplir un año con su pareja, con Tzen. Yo estoy lejos de mi familia,
amigos y del puesto del ganador me brinqué ahora al puesto del perdedor, porque
fuera del hecho de estar tomando estos títulos en un sentido de pertenencia,
donde tener una persona a tu lado significa ganar y no tenerla significa
perder, el hecho es que perdí a
Gustavo por mi traición indirecta y perdí
a Miguel por haberlo tratado con mucha indiferencia aquéllos meses. A pesar de
estar con Gustavo aún pensaba en Miguel, como he repetido tantas veces, en lo
más hondo de mi ser Gustavo era una especie de reemplazo mientras Miguel
regresaba de Alemania (y esta es una de las razones por las que me considero
una persona malvada), por lo que al transcurrir dos años Miguel y yo, en mis
fantasías, regresaríamos a continuar lo que dejamos pendiente. Yo pensaba eso
estando con Gustavo, mi barrera creada con Miguel estaba estable porque pensaba
que él estaría esperándome, él mencionó muchas veces que no pensaba llegar a
tener ninguna relación estando allá porque se enfocaría en viajar y propiamente
a estudiar, yo “confié” en él en ese sentido, por eso mi barrera se derrumbó al
él comenzar a salir con Tzen, la estabilidad que yo creía tener con él me hizo
nuevamente entrar en un limbo, las incoherencias y la falta de raciocinio regresaron
y terminaron por provocar un rompimiento en el lazo que había estado trabajando
con Miguel, hablando específicamente de la relación epistolar que llevábamos,
porque mi lógica en ese entonces era que su palabra era inválida y esperarme y encontrarnos de nuevo fueron
una mentira más dicha por su persona al intentar relacionarse con alguien más. En
mi mente constantemente me preguntaba «si dice que va a esperarme y que
regresaríamos tras el paso de los dos años, ¿cómo es posible que pretenda
buscar una nueva relación?» así
como alguna vez me preguntaba constantemente «si es a mí a quien quiere y nombra incluso el amor de su vida, ¿cómo es que no puede decidirse entre
Francisco y yo?», sencillamente no lo comprendía. Lo más sencillo fue
cortar los lazos, dejar la mentira (porque esas acciones significaban para mí
una traición a su propia palabra) y continuar con quien sí me estaba entregando
todo, así entregarle yo también ese todo, intentarlo hasta lograrlo y olvidar a
Miguel. Pero lo cierto es que no pude, y ese fue mi mayor error con Gustavo,
porque a pesar de ver inconscientemente todo lo que no fue Miguel en él, yo
seguía buscando y viendo en mi mente el calendario y seguía tachando los días
hasta que los dos años transcurrieran. Miguel estuvo en el puesto ganador al no
decidirse entre Francisco o yo y aún desconozco el conflicto mental con que
lidió, pero tras el paso de todo este tiempo, vuelve a estar en el puesto
ganador porque tiene a Tzen y muy lejos, en lo más recóndito de su corazón y de
su mente, me tiene a mí. Pero no sé completamente si aún me considere en su
corazón y mente, porque si no es así el puesto del ganador no sería. Si ya me
ha olvidado soy yo únicamente el que lucha por algo inexistente, y no porque
propiamente luche por él, porque no quiero hacerlo momentáneamente, sino porque
quiero seguir estando al pendiente de él, aunque no lo parezca. Pero he aquí mi
conflicto más grande con él: no sé lo
que piensa. ¿Por qué a
veces me ignora?, ¿por qué en diversas ocasiones no responde mis mensaje
tomando una postura de “tengo cosas más importantes que atender antes que lo
que tengas que decir”?, ¿por qué cada vez es más fría su conversación?, ¿por
qué raramente habla de su vida u omite, estratégicamente, datos esenciales que
antes estábamos acostumbrados a revelar? Hace días releí (por accidente) una
conversación pasada. Él me envió un correo de cumpleaños y una frase llamó mi
atención: “no quiero moverle a las cosas” alegando que no quería contar más
cosas de las debidas a causa de mi decisión. Inmediatamente me pregunté: ¿su
actitud actual es una consecuencia persistente de este hecho?, ¿está creando
una barrera contra mí a causa mía (y es acaso un castigo, también)? Y más
importante, me hace preguntarme: ¿su actitud es fingida a causa de esto
mencionado o realmente ya no le importo un comino? No puedo dormir a causa de
estas preguntas sin respuesta. No sé qué hacer, me carcome la duda. Es tan
fácil y sencillo decirme: “ya no te quiero, ahora estoy con Tzen y con él me
veo”. Eso terminaría por cimentar una barrera que crearía y bloquearía mis
sentimientos hasta el punto de ordenarles que dejen de sentir por él, porque
nuevamente se convertiría en un amor imposible y prohibido.
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