miércoles, 8 de febrero de 2017

08 de febrero de 2017

08 de febrero de 2017
Poirot investiga y un fin de semana largo
Ya he tenido varios días sin escribir y publicar de esta manera, puede que me haya aburrido de escribir, consecuencia de la “rutina”; haya exprimido mis ideas y no sepa sobre qué escribir realmente; o, tenga ya un considerable progreso en el proceso de recuperación emocional. Cualquiera es posible, puede que sea más la pereza y por consecuencia sea una mezcla entre la primera y segunda opción, de la tercera qué más quisiera yo que sea cierta pero la verdad es que aún no estoy listo y recuperado. ¿De qué, realmente?, del mal de amor, el despecho y soledad. Tal parece que a pesar de estar acostumbrado a la soledad, en este caso aún no la asimilo y no me adapto enteramente a estar sólo, o bien, que nadie me sea recíproco sentimentalmente. Como me ha dicho constantemente un amigo: “el hombre no nació para estar sólo”, se lo acepto, pero en mi situación (y no con afán de dramatizar) lo siento complicado, por razones que anteriormente he mencionado aquí, principalmente no saber exactamente lo que quiero.

En fin, estos temas psicológicos son para otra ocasión, no quisiera profundizar ahora. Estas dos últimas semanas han estado llenas de actividad. Bueno, entre semana suele estar un tanto muerto el asunto, pero en estos últimos fines de semana hubo suficiente actividad en recompensa. Después de mi regreso de mi viaje de descanso de Monterrey tenía una tarea que cumplir: realizar el primer reto de mi meta anual de cocinar cada receta incluidas en el libro Como agua para chocolate, como menciono en mi anterior entrada, fue todo un éxito con mis compañeros de trabajo. Planeé la preparación de la comida para la noche previa al día de la Candelaria y así cumplir con el reto y mi dote tras haber sacado el muñeco del niño Dios de la Rosca de reyes. De por sí ya sabía que esa semana sería corta debido a que el sábado me estaría reuniendo con una amiga (probablemente única lectora de mi blog de mi círculo de amigos) en Hidalgo para pasar el fin de semana largo visitando un nuevo estado de la república. Lo cual fue toda una odisea, ya que, tomando este medio como confesión, me escapé del trabajo el viernes por la tarde argumentando un imprevisto y mintiendo que iría a Monterrey cuando en realidad me dirigía a Hidalgo. Para ser una mentira creo que me salió bien ya que no soy nada bueno con ellas, pero sabía que si pedía permiso no me lo darían y ya había pagado el costo del tour al cual me uniría, ya que Myrna lo tomaría desde Monterrey. Durante la semana discretamente estuve planeando mi huida, mi primer destino sería visitar las grutas de Tolantongo y según mi trazado, debía llegar al pueblo de Ixmiquilpan y de ahí moverme a las grutas. Tenía desde la noche del viernes hasta casi mediodía del sábado para llegar al punto de reunión, busqué todas las alternativas ya que aparentemente no había una corrida directa de mi ciudad a Ixmiquilpan; mi opción más viable se convirtió en trasladarme hacia Pachuca, dormir en la ciudad, ya sea en un hotel o en la terminal de autobuses (debido a mi corta estancia en la ciudad), y moverme desde primera hora al pueblo y posteriormente a mi destino. El viernes llegó y todo salió muy bien, mi maleta ya estaba lista y esperándome en casa, salí de mi jornada laboral antes que los demás para no encontrarme a nadie en casa y que no vieran que salí con maleta preparada evitando sospechas, me dirigí a la terminal de autobuses y tomé el autobús planeado y durante el trayecto intenté recuperar algunas horas de sueño perdidas que fui arrastrando desde la semana que estuve en Monterrey. Pocas veces he experimentado situaciones en las que durante el sueño se logran mágicamente asuntos como la tarea o el trabajo terminados, en esta ocasión no tuve un sueño así, pero si lo hubiese tenido al despertar sería mucho más sorprendente mi asombro. Alrededor de medianoche, después de cuatro horas de camino, las luces se encendieron, el chofer se detuvo y gritó el nombre de un pueblo inentendible para mi capacidad después de despertar de un sueño profundo. Me pregunté en medio de mi modorra dónde me encontraba, abrí la aplicación de mapas y creí encontrarme en un sueño, resultó que había llegado “por error” al destino en el que debía estar por la mañana; me desperecé, bajé rápidamente del autobús y busqué al conductor para confirmar lo que decía en mi celular. Había llegado al pueblo de Ixmiquilpan y rápido se me quitó el sueño, mi desconcierto se lo expresé muy bien al conductor que este me pidió primero “despertarme” para poder hacerme entender debido a que balbuceaba mucho por no saber qué palabras usar para expresar mi regocijo. Bajé junto con un joven, tal vez de mi edad, y juntos buscamos hotel dónde pasar la noche ya que se había convertido en una necesidad para mí. Ahora debía esperar hasta las ocho o nueve de la mañana para moverme a las grutas. Encontramos un hotel gracias a que el chico ya había estado antes en el pueblo y conocía un hotel barato. Tras tener mi habitación tuve muchos problemas para dormir, por lo que terminé agarrando el sueño muy tarde. Desperté y mi intención inicial fue dar una vuelta por el centro antes de partir, pero el recepcionista me dejó a cargo un grupo de muchachas estadounidenses después que le comenté mis intenciones de ir a las grutas de Tolantongo. No desaproveché la oportunidad y lo vi como una posibilidad de platicar en inglés con las chicas. Resultaron en su mayoría muy agradables, me comentaron que llevaban ya un mes en México y planeaban dejarlo hasta principios de mayo, entre ellas tenían un mes de conocerse y todas provenían de distintos lugares. Juntos fuimos hacia el lugar donde salían los transportes hacia las grutas e incluso algunas se sorprendieron de mis habilidades al comunicarme en inglés con ellas, me preguntaron dónde lo había aprendido y les comenté que básicamente por mi cuenta; les platiqué un poco de mis viajes y les recomendé sitios a visitar debido a su larga estancia en el país, se emocionaron un poco y alegaron tomar en cuenta mis consejos. Juntos viajamos así hacia las grutas, yo me quedé rezagado en un paraje ya que ahí había acordado verme con Myrna. El viaje comenzó con el pie derecho y me agradaba. Después de ello todo resultó de maravilla: ese día visitamos las grutas de Tolantongo, las pozas termales, descansamos en el agua y tomamos muchas fotos del paisaje, de regreso nos dirigimos a Pachuca donde pasamos (Myrna y yo) a cenar en un restaurante argentino; al día siguiente visitamos los pueblos mágicos de Huasca del campo donde conocimos el centro histórico y una Hacienda, Real del monte, donde disfrutamos del pueblo y la compra de plata, así como una breve visita (para mi desgracia) a los Prismas basálticos, el real atractivo de mi viaje; el tercer y último día estuvimos conociendo el centro de Pachuca, al cual catalogué como el tercer mejor centro histórico de una ciudad visitado hasta ahora, por detrás de Puebla y Morelia. Regresé a la ciudad a mediodía del tercer día y aproveché el largo trayecto de regreso para terminar el quinto título del año: Poirot investiga. Al libro al inicio no le di su debida importancia ya que sabía de por medio que no se trataba de una novela como las que anteriormente había leído de la autora, sino que se trataba de una recopilación de cuentos cortos donde el protagonista, sobra mencionar: Hércules Poirot, resuelve misterios en robos, asesinatos o delitos con pocos enredos como he estado acostumbrado. Lo comencé con poco entusiasmo, pero al leer una reseña donde aclaraba que me encontraría con historias regocijantes y ligeras lo traté de ver con esta perspectiva, la cual terminó por ser correcta. Sobre todos los cuentos, destaco en los que no hubo asesinatos, ya que le dio otro giro a la redacción de la autora, donde no siempre hay sangre y Poirot es contratado también para investigar robos o desapariciones. A pesar de ser breves se nota la madurez de Christie y a mí me dio una pauta de lo que me espera en próximos títulos ya que, según he leído acerca de ella, en una parte de su vida tuvo la fortuna de visitar zonas arqueológicas al lado de uno de sus esposos y así tomar base de ideas para historias futuras. Hércules Poirot me sigue sorprendiendo, aún no logro dar con el asesino o delincuente antes de ser descubierto, excepcionalmente pude acercarme mucho a resolver el acertijo del quinto cuento: El robo del millón de dólares en bonos, por lo que parcialmente me satisfice de mí mismo. Al final quedé muy contento al haberlo terminado porque fue una especie de interludio para continuar con novelas “largas” de la autora y tratar nuevamente de resolverlo antes que Poirot lo revele. Mi siguiente reto es El asesinato de Roger Ackroyd, el cual ya he comenzado. Tengo grandes expectativas de él y buenas referencias, espero próximamente escribir de ello. Después de llegar a la ciudad y en los días posteriores pocas oportunidades he tenido de recuperar las horas perdidas de sueño, aunque lo cierto es que durante el fin de semana pude dormir muy bien y a gusto, sin la presión del trabajo. Los siguientes fines de semana pintan para ser de entero descanso y espero sean así.

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